Hemos tenido en este mes de octubre tres elecciones presidenciales en América Latina que bien reflejan la diversidad de realidades en la región. Al contrario de lo que opinan algunos, no puede decirse que hay una macro-tendencia a un lado u otro del espectro político-ideológico.
Tenemos en cada caso expresiones
de la realidad nacional. Respuestas de cada sociedad a lo que va viviendo y teniendo por experiencia propia. Pero no en todos los casos los resultados electorales oficiales han reflejado lo que en verdad ocurría en esa nación.
No hay un plan maestro, ciertamente,
pero si existen afinidades y cercanías en América Latina.
Las elecciones más sonoras sin duda alguna han sido las de Argentina.
Fueron presentadas, en no pocas ocasiones, como una suerte del regreso al populismo, encarnado en este caso por el candidato ganador, Alberto Fernández, y su compañera de fórmula, la ahora vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
La historia de las últimas décadas
en Argentina en realidad lo que nos demuestra es que los gobiernos no peronistas han sido una excepción,
en ese país. Lo que ha sido usual es el mandato de raíz peronista, que desde hace tres lustros encarnó en primera
instancia el fallecido Néstor Kirchner y luego su esposa, Cristina.
Un gobierno como el de Mauricio
Macri, en verdad, ha sido excepción. Y lo será si finalmente logra entregar la banda a su sucesor. Hasta ahora, desde que retornó la democracia, ningún presidente no peronista ha logrado completar su período presidencial.
En tanto, el mismo día que Argentina y con menos expectativa, tuvieron
lugar las elecciones de Uruguay. Con menos expectativa no porque fuesen menos importante, sino porque ya estaba cantado con bastante antelación de que no sería una jornada definitiva.
Habrá, como se esperaba una segunda
vuelta en Uruguay.
En el caso uruguayo, en tanto, la
historia postdictadura estuvo dividida primero en una seguidilla de gobiernos conservadores, que sumaron 20 años, y luego 15 de administraciones de centro izquierda de la coalición Frente Amplio.
Con un modelo económico y político bastante estable, se percibe en este
momento un aire favorable al cambio.
La suma de votos a favor de los candidatos conservadores, este domingo 27,
fue bastante superior a lo que obtuvo el candidato presidencial del Frente Amplio, Daniel Martínez.
En las próximas semanas, antes de
la segunda vuelta prevista para el 24 de noviembre, se pondrá a prueba la capacidad de articulación que logre el
candidato más votado de la oposición, Luis Lacalle (hijo de un expresidente homónimo). Si Lacalle efectivamente logra el respaldo activo de los otros
aspirantes derrotados y alcanza su promesa de tener una propuesta de gobierno multicolor, es muy probable que alcance la presidencia uruguaya.
La tercera elección de este octubre
ocurrió una semana antes, el 20, en Bolivia. Y esos comicios desnudan como poco el mal populista de este tiempo.
Evo Morales, como lo hizo Hugo Chávez
en su momento, se apalancó en un baño de popularidad para llegar al poder.
Una vez que el pueblo no le quiere en la
presidencia, decide echar al traste con la institucionalidad y desacatar el mandato popular que clama por un cambio.
Y esto que ocurre en Bolivia, es también parte de nuestra historia electoral
latinoamericana.
• Periodista e investigador de la
Universidad Católica Andrés Bello, en
Caracas.@infocracia