La revista Proceso volvió a dar la nota periodística el fin de semana con una entrevista exclusiva de Hernán Gómez a Carlos Urzúa, donde éste último amplía la explicación de los motivos de su renuncia como titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Urzúa va con todo. Menciona explícitamente a Alfonso Romo como el funcionario incurriendo en conflicto de interés al que se refirió en su carta de renuncia. Urzúa también denuncia como un error altamente nocivo la cancelación del aeropuerto y la construcción de la refinería de Dos Bocas. No obstante, para efectos de esta columna, lo más llamativo resulta su crítica de la gestión de Manuel Bartlett al frente de la Comisión Federal de Electricidad. Sobre el conflicto de Bartlett con las empresas canadienses constructoras de gasoductos, dice Urzúa, “eso es jugar literalmente con fuego y con el bienestar de millones de mexicanos que viven en la Península de Yucatán, donde ya están sufriendo apagones severos porque no hay gas”.
Las cosas son aún más inquietantes si uno considera las personalidades involucradas detrás del proyecto de construcción. La mismísima Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos y una de las figuras más destacadas del partido demócrata. Urzúa reveló “el último problema es aún más preocupante. Sempra, la matriz de la otra empresa involucrada, es estadounidense y en su consejo está nada más y nada menos que Nancy Pelosi. En el momento en que nosotros nos aventemos el pleito, Pelosi va a bloquear toda posible firma del T-MEC. Para mí, este es un ejemplo muy claro de que la política pública debe estar basada en evidencias, no en deseos”.
Pelosi, como ya lo dice Urzúa, es una congresista central para lograr la aprobación del nuevo tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá. No solamente eso, con la mira puesta en la defensa de los migrantes mexicanos frente a las redadas del gobierno de Donald Trump, a México le urgen aliados demócratas en Washington. Pelosi ha sido una de las políticas más distinguidas en la defensa de una reforma migratoria incluyente en Estados Unidos.
¿Cuál es la necesidad de producir un antagonismo tan perjudicial entre ella y el Gobierno mexicano?
El factor internacional vuelve a revelarse como el eslabón más débil de la cadena que une a la administración obradorista. No dudo de las buenas intenciones gubernamentales, pero es posible que la postura nacionalista de Bartlett ocasione un diferendo con repercusiones muy costosas en términos de confianza entre los inversionistas extranjeros. La aprobación del tratado comercial trilateral puede enmarcarse como un tema de seguridad nacional para México.
Ganarle un pleito a una constructora no. El futuro de nuestras exportaciones, vale decir, miles de empleosmexicanos, están en juego.
•Internacionalista y analista político:
@avila_raudel