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Venezuela, Guaidó y la comunidad internacional: ¿Ahora qué viene?

Venezuela, Guaidó y la comunidad internacional: ¿Ahora qué viene?

Columnas jueves 12 de diciembre de 2019 -

Andrés Cañizález
@infocracia
Se cierra el año 2019 y Nicolás Maduro sigue en el poder. Su permanencia, contra viento y marea, como gobernante de una Venezuela en crisis humanitaria generalizada y pese al rechazo de la mayoría de países de Occidente, debería generar una revisión de estrategias dentro y fuera del país.
En realidad, tal como lo ha señalado el expresidente del gobierno español, Felipe González, tiene que haber una autocrítica tanto de la dirigencia democrática, que tiene a Juan Guaidó a la cabeza, como de la propia comunidad internacional. Que 2019 concluya y siga Maduro en el poder desnuda el fracaso de un conjunto de acciones que no lograron articularse, ni dentro ni fuera de Venezuela.
Ha fracasado el discurso amenazador de Washington, que tenía en John Bolton una voz particularmente agresiva, ya que tales amenazas terminaron siendo no creíbles para el chavismo. Pero también fracasó la apuesta de Europa occidental por lograr una salida negociada. Maduro una vez más aprovechó una mesa de negociación con la oposición para sencillamente ganar tiempo y bajarle presión a las demandas de cambio.
El fracaso de la comunidad internacional también queda en evidencia por la incapacidad de construir una agenda común entre los principales actores interesados en el cambio democrático: Unión Europea (UE), Estados Unidos, Canadá y los países de América Latina, especialmente los que se nuclearon en torno al Grupo de Lima.
Ni siquiera en el seno de la UE se logró consensuar una política de presión efectiva contra el régimen de Maduro, señalado de generalizadas violaciones contra los derechos humanos, tal como lo documentó el informe de la alta comisionada de DDHH de la ONU, Michelle Bachelet.
Tampoco la crisis humanitaria y migratoria, con casi 5 millones de venezolanos que han huido principalmente a países vecinos, ha logrado empujar a las naciones latinoamericanas a tener una postura firme de consenso ante lo que es el origen de este drama: la obstinada permanencia de Maduro en el poder.
Dentro de Venezuela, en este momento, es incorrecto hablar de la oposición dado que no hay una sola. Podríamos hablar hoy de tres oposiciones a partir de las posturas que tienen ante la inminencia de unas elecciones en 2020. Y no serán elecciones presidenciales! Este año que pronto comenzará tendrá elecciones parlamentarias como bien lo viene anunciando el chavismo y que corresponden según el calendario venezolano, pero cuya legitimidad está en cuestión precisamente por el clima generalizado de descredito que rodea a las instituciones de Venezuela.
El sector, aún mayoritario, de la oposición que tiene a Juan Guaidó como principal referente abogan por elecciones pero precedidas por nuevas autoridades electorales, la depuración del registro electoral y el derecho al voto de los venezolanos en el exterior.
María Corina Machado, que es un polo no mayoritario pero con mucho peso en la discusión que se genera por redes sociales, plantea que sólo se puede ir a elecciones una vez que cese la dictadura de Maduro. Un tercer sector está nucleado en torno a Henri Falcón, el ex gobernador del estado Lara, proveniente del chavismo y que en 2018 concurrió como contrincante de Maduro en las elecciones presidenciales que no han sido reconocidas como legítimas por Occidente.
La gran interrogante en las semanas finales de 2019, sin embargo, gravita en torno al futuro político de Guaidó, quien ha sido reconocido como presidente interino por más de 50 países, pero cuyo poder es netamente simbólico. En Venezuela, Maduro sigue ocupando el palacio de gobierno, las fuerzas armadas le respaldan y están dispuestas a reprimir el descontento, también tiene control sobre las finanzas del Estado y sobre el resto de instituciones públicas, con excepción de la Asamblea Nacional (el Parlamento que preside Guaidó).
El mandato de Guaidó como presidente del parlamento es de un año. El 5 de enero de 2020 deberá ocurrir una nueva votación. El joven líder ya ha anunciado su intención de ser reelecto y la Comunidad Internacional, incluyendo Estados Unidos, han manifestado que le apoyarán en caso de tener un nuevo mandato al frente del legislativo.
Tras bambalinas, sin embargo, la sesión del 5 de enero puede ser caótica por varias razones: 1) el chavismo recientemente decidió regresar al parlamento, pese a que no es mayoría; 2) una docena de diputados opositores acaban de ser señalados por corrupción y se desconoce cuál será su estatus formal para el momento en que se haga la votación; 3) los diputados vinculados a María Corina Machado y Henri Falcón seguramente no respaldarán a Guaidó; y 4) Existe al menos una docena de diputados exiliados o en la clandestinidad, e incluso un diputado, Juan Requesens, detenido de forma arbitraria por más de un año.
A esto se suma el anuncio de Washington de que no considera una intervención militar y que continuará con el uso de sanciones contra el régimen. Sanciones muy particulares ya que se le otorga una excepción a la petrolera Chevron por ejemplo, se hacen de la vista gorda ante el petróleo venezolano que ahora usa a India como puente de exportación y sigue ocurriendo, pese a sanciones específicas, la exportación de crudo desde Venezuela a Cuba.
No hay dentro de la administración Trump una política coherente de qué hacer para propiciar la transición democrática en Venezuela y menos aún capacidad de tejer una postura –por ejemplo- junto a su vecino, Canadá. La UE también carece de una mirada común.
La descoordinación reinante que prevalece entre actores claves de la comunidad internacional, junto a la fragmentación opositora interna, ha sido aprovechada por Maduro para ganar otro año en el poder. Algo que parecía improbable en el primer trimestre de 2019. El régimen de Maduro ha tenido éxito en su afán de permanecer en el poder, aun cuando ello represente la destrucción de Venezuela.
La indefinición que caracteriza a la comunidad internacional y a la propia oposición democrática, sobre cuál estrategia seguir para hacer frente a Maduro, acrecienta las secuelas de la crisis humanitaria y aumenta la urgencia de respuestas por parte de la población. En una intervención el 5 de octubre del obispo católico Mario Moronta, ante el Parlamento Europeo, quedó reflejado ese clamor: “No le hagan el juego a un régimen perfumado con el crimen contra su gente. Actúen como consideren, pero por favor, no lo dejen para más tarde”.


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