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Los premios Óscar sorprendieron al galardonar un cortometraje documental sobre un tema presente en la cotidianidad de las mujeres, pero que continúa siendo tabú en muchas sociedades: la menstruación. “Period. End of sentence” (Periodo. Fin de la oración) presenta el caso de un poblado en India en el que se desarrolla un proyecto para fabricar toallas femeninas económicamente accesibles, hechas por las mismas mujeres.
En el sur de Asia, la idea de la menstruación como algo sucio o impuro ha creado mitos y desinformación que ha inspirado medidas extremas, tales como encerrar a mujeres y asilarlas para evitar su contacto con la comunidad durante sus periodos. La menstruación es un factor de suma relevancia en el debate de la desigualdad de género en el que confluyen diferentes esferas como son la salud sexual y reproductiva, educación y discriminación laboral.
Otra esfera en el que la menstruación incide en la desigualdad de género es, sin duda la religión. En India, 2019 comenzó con la polémica sobre dos mujeres que entraron al Templo de Sabrimala. Fue la primera vez que esto ocurrió y las reacciones fueron desde los aplausos por quienes consideraban que se violaba el derecho de devoción de las mujeres, hasta las protestas y agresiones físicas y verbales de grupos religiosos de hindúes conservadores.
El Templo de Sabrimala es un recinto sagrado entre otros en los que está prohibida la entrada a mujeres en edades menstruantes (10-50 años); hay algunos otros en los que se veta a las mujeres sólo mientras están teniendo su periodo. En el caso particular de Sabrimala, la Corte de Justicia decretó que se permitiera la entrada a mujeres desde septiembre del año pasado. Por el lado del Islam ocurrió un caso similar con la mezquita Haji Ali Dargah, en 2016.
Quienes apoyan a las dos mujeres que entraron a Sabrimala reconocen ese acto como un primer paso para permitir a las mujeres ejercer plenamente su derecho al culto religioso. En efecto, la lucha por la equidad de género no puede ignorar a la religión, pues forma parte esencial de la cotidianidad de las mujeres y dicta en gran medida el papel que desempeñan en sociedad.
Finalmente, volviendo al documental, se ha comenzado a cuestionar la fiabilidad de las estadísticas que sustentan el proyecto, así como su presentación de las mujeres indias con estereotipos, como si fueran incivilizadas. Es verdad que hay una tendencia histórica a presentar a la India, especialmente (aunque no exclusivamente) la zona rural como una sociedad atrasada o salvaje. Sin embargo, y sin afán de minimizar el punto anterior, es innegable que la menstruación es un tema tabú en el que ha faltado poner los reflectores para concientizar y ofrecer mayor educación y condiciones óptimas de higiene que permitan el desarrollo pleno de niñas y mujeres, en lugar de obstaculizarlo.