Dolemite its my name relata la vida de Rudy Ray Moore (Eddie Murphy), un vendedor de discos en un tienda local que día tras día le pide al locutor de la radio (interpretado por Snoop Dog), que ponga algunas de sus grabaciones.
Rudy anhela ser un cantante de funk exitoso, al estilo de Lou Rawls o Sammy Davis Jr., pero a cada petición Rudy recibe la negativa. No tiene el nivel para ser puesto al aire.
Por las noches Rudy trabaja en un bar como anfitrión y mientras presenta a músicos y cantantes suelta uno que otro chiste, lo cual tiene prohibido principalmente por carecer de gracia.
Una mañana en la tienda de discos entra por la puerta un harapiento vagabundo por todos conocido apodado Dolemite, al cual no solo su mal olor le acompaña, sino también su estupendo sentido del humor bastante subido de tono. Mientras se pavonea por los pasillos suelta bromas con rimas, su astucia y gracias son celebradas por los clientes.
Más tarde, ese mismo día, Rudy Ray en el bar decide replicar por completo el monólogo del vagabundo y adoptando su nombre, recibiendo carcajadas y la algarabía del público.
Tengo que ser honesto, yo no conocía el legado cultural que significó para gran parte de la comunidad afroamericana, de Rudy Ray Moore “Dolemite”, quien en los años 70 representó la apertura total del humor subido de tono, uno de los primero comediantes que grabaron su show de Stand Up en discos de vinilo (el otro seria Rychard Pryor, homenajeado en el filme), para ser puestos a la venta.
En algunas críticas se ha comparado al filme con el Edd Wood de Tim Burton, que retrataba la vida y obra del director Edd Wood, aunque hay similitudes, la esencia cambia, uno trabajaba por amor al cine, el otro por la necesidad de fama.
A pesar de lo que la generación actual piensa sobre el Stand Up, esto no es nada nuevo, sus orígenes son antiquísimos, pero en los años 70 se estableció como el desfogue nocturno, sucedió en Estados Unidos y sucedió aquí.
¿A alguien le suena el nombre Polo Polo?
El Stad Up no es nada nuevo, ni tampoco las comedias fásicas en las que, luego, incursionó el propio Dolemit, comedias que también fueron realizadas en este país -las sexy comedias-es decir que si el camino de Craig Brewer -director del filme- hubiese sido el del legado cultural, la apertura y la censura de la comedia negra, tal vez tendría mejor enganche con la audiencia, pero como resulta ser un homenaje y un retrato del personaje en cuestión -que no está mal logrado- ojo, termina siendo una película local, tan solo interesante para cierto público.