Columnas
La violencia que se vive en el Caribe mexicano es inusual y ya está siendo intolerable. La razón es la misma que aqueja al resto del país: el tráfico y comercio de cocaína y drogas sintéticas. Nadie se está matando por la mariguana ni por otros delitos menores; es por la distribución y venta de esos estupefacientes que en 2017 se registraron 227 ejecuciones en Cancún, y en lo que va del año ya se contabilizan seiscientas en el estado. Y si a esto se le suman corporaciones policíacas corruptas hasta la médula, el resultado no puede ser otro que asesinatos a plena luz del día y balaceras en la Kukulkán. Parece mentira, pero hace apenas un año titulaba yo en una de mis columnas “¿Acapulco en el Caribe?” Y pues sí, todo parece indicar que nos seguimos acercando a ese escenario.
Respecto a la corrupción policial, ya es algo fuera de toda proporción en todo el estado. A cualquier hora, sobre la carretera Cancún–Tulum, policías locales y federales están a la caza para extorsionar a los turistas por supuestas faltas de tránsito. Mientras tanto, a diario se registran accidentes mortales por las altas velocidades con las que conducen particulares, camionetas turísticas y transportistas del poderoso sindicato de taxistas. Pero eso a los policías les da lo mismo.
De igual forma, a la vista de todos, están los camiones de carga que llevan mercancías, parados en fila por la policía que les retienen impunemente para sacarles dinero. Quizá por eso es que hace unos días, en una treta muy bien armada, policías de Cancún echaron a empujones a su jefe de la comandancia, argumentando malos tratos y no sé cuántas cosas más. Fue desde luego una puesta en escena para que la alcaldesa morenista de Benito Juárez (Cancún), Mara Lezama, anunciara que su administración se sumaría al mando único estatal.
Con esto, el gobernador Carlos Joaquín se hará plenamente responsable de la seguridad de prácticamente toda la entidad. Su hombre fuerte para esta tarea será Jesús Capella, secretario de seguridad pública del estado. Se trata de ese abogado, convertido en policía, que ya estuvo antes en Tijuana y en Morelos; aunque sus resultados no son para presumirse (pero tampoco hay mucho de dónde escoger).
El gobernador no la tiene nada fácil en esa materia (ninguno); y espero que tenga bien claro que el mando único debe ser temporal, porque en mente debe estar siempre el fortalecer a las corporaciones locales.
A Cancún le urge ampliar la cobertura de su C4 y mejorar de forma inmediata y prioritaria la capacitación, salario y condiciones de vida de sus elementos policíacos. Sin esto último y sin el uso de un aparato de inteligencia, estarán destinados al fracaso. Además, necesitan implementar un sistema de vigilancia por cuadrantes, con elementos armados hasta los dientes.