Columnas
Las conferencias de prensa del Presidente López Obrador son cansadas. Escucharlo a las siete de la mañana o ver la repetición después resulta casi tedioso. Repite el mensaje del día anterior y del día anterior a ese. No se sale de su zona de comodidad. Si se le cuestiona duramente o se le hace una pregunta para la que no tiene una respuesta concreta divaga, recurre a la historia, habla de la corrupción… y listo.
Creo que las conferencias de prensa irán perdiendo su efecto, como lo fueron perdiendo los tuits de Donald Trump meses después de ocupar la Oficina Oval. Al inicio, un solo tuit hacía que el dólar variara de manera significativa. Con el tiempo, han dejado de tener esas consecuencias. El público, los medios y los mercados han entendido que es una forma de comunicar y de estar presente en la agenda, sin que ello implique que lo que ahí se diga vaya a trasladarse a acciones específicas.
Como lo decía en este espacio durante la semana, López Obrador es uno de los mejores políticos del continente para marcar y ganar la agenda todos los días. Es posible que las conferencias dejen de surtir efectos en diversos actores y que dejen de reaccionar a ellas como lo han hecho hasta hora. Pero el Presidente seguirá marcando la agenda día a día desde el amanecer.
Parte del problema con la rutina que ha establecido el tabasqueño es que las conferencias dejan de ser escuchadas con atención y solo revisamos los titulares y notas que destacan los medios de comunicación. Lo interesante en el seguimiento cotidiano es que uno puede ver al Presidente, a ratos (y sí, es la excepción), razonando como no lo habíamos escuchado en campaña o, incluso, durante la transición.
En la conferencia de ayer, al abordar la tensión que ha habido entre la Suprema Corte, el Legislativo y él mismo, esbozó la siguiente reflexión a pregunta expresa de una reportera: “Hasta ahora, yo no sé por qué, pero eso corresponde a las instancias judiciales, no sé por qué se habla de que es inconstitucional o ilegal si está en la Constitución y existe la ley reglamentaria. (…) Es polémico, es muy interesante. Pero, además, es un tema de discusión, de debate, esto enriquece la vida pública”.
Este tipo de reflexiones, donde incluso se muestra a un López Obrador razonando en términos jurídicos —cosa novedosa—, son las que deben destacarse si de algo seguirán sirviendo las conferencias matutinas. Se muestra al Presidente pensando algo de teoría política, un poco de derecho, algo más de la vida del país…
Escucharlo todos los días es agotador. Será la voz pública más escuchada en los próximos años. Pero quizá resulte un poco más interesante de lo que aparentaba.