Columnas
Manlio Fabio Beltrones tiene uno de los liderazgos más consolidados y apreciados por la militancia priista. Político de carrera legendaria, su nombre se teje con mitos, misterios y polémicas, como su temprana relación con Fernando Gutiérrez Barrios. Eficaz negociador legislativo, puño de hierro con guante de terciopelo, aunque emanado de otra época, sostiene ideas modernizadoras como la parlamentarización del sistema. Beltrones tiene esa fascinante capacidad del político profesional para hacerle sentir a uno que nuestras palabras son lo más importante que escuchará en su vida. Sonriente y encantador como todos mis paisanos sonorenses, parece salido de una novela de Martín Luis Guzmán. Habilísimo seductor, cuando sus enemigos dentro del PRI lo acosaron y persiguieron, políticos de otros partidos como Ricardo Monreal u Olga Sánchez Cordero acudieron a defenderlo.
Después de la victoria de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales de este año, la voz de Beltrones no se ha escuchado en público. Pero ojo, en política, el silencio no necesariamente significa inactividad o aquiescencia. Al contrario, con frecuencia es un método de acción discreto y efectivo.
Ya he dicho muchas veces que el PRI atraviesa una crisis interna decisiva. El año entrante, cuando concluya el período de Claudia Ruíz Massieu, distintos grupos pugnarán por apropiarse la dirigencia. Por un lado, la poderosa presencia legislativa del círculo de Miguel Ángel Osorio Chong. Por otro, incomprensiblemente, la aspiración de liderazgo interno de una reputación cuestionada como la de Ulises Ruíz. El tercero en discordia sería el grupo de Beltrones. No se ve, pero se siente. Y cumple con aquello que le escuché decir alguna vez “el buen político, para representar sociedades diversas como la nuestra, no debe ser moderado, sino moderador”.
La hegemonía morenista exige una oposición inteligente. Beltrones ya estuvo al frente de la Cámara de Diputados y de Senadores en otros sexenios. La habilidad del sonorense para conectar lo mismo con las bases priistas que con altos círculos políticos y empresariales resultará indispensable si ha de enfrentarse con éxito la reducción presupuestal y de presencia política del PRI. El partido y el país no están para improvisar liderazgos ni para impulsar una oposición colaboracionista como ha sido hasta ahora.
En el PRI faltan autocrítica, definición ideológica, vocación de servicio público, cercanía popular, imaginación internacional, sentido del humor, creatividad, articulación discursiva, profundidad estratégica y sobre todo, un proyecto de país. En suma, falta política y faltan políticos. Está en México Maurizio Viroli, el biógrafo y estudioso de Nicolás Maquiavelo. Antier en conferencia, Viroli citó al florentino “las instituciones que sobreviven más tiempo son aquellas que poseen los medios intrínsecos para renovarse a sí mismas frecuentemente. De otra manera, se corrompen y destruyen su propio cuerpo”. Beltrones, lector de Maquiavelo, entiende eso.