Entornos
MARTHA ROJAS
Hace cerca de 3 mil años el cempasúchil fue domesticado. Los antiguos habitantes de Malinalco consideraban que los pétalos de la flor amarilla guardaban el calor de los rayos solares.
Los mexicas retomaron la creencia y practicaron el cultivo de la planta hasta que obtuvieron pequeñas variaciones. Utilizada como ornamento en algunas de las festividades más importantes del calendario azteca, la flor de veinte pétalos, como también se le conoce, fue adquiriendo un peculiar simbolismo en la fiesta dedicada a la madre de los dioses Teteuinna.
La fecha en que se realizaba dicha celebración coincide con los días en que hoy se celebra el Día de Muertos.
A pesar de que el cempasúchil es endémico de México, la producción mundial esta dominada por China, territorio en donde se produce el 75 por ciento de las plantas; seguido de India (25%) y Perú (5%), según un reporte publicado en octubre de 2017 por la Universidad Nacional Autónoma de México.
El cultivo de la planta en el país asiático se utiliza en la industria de alimentos, específicamente para dar color a los huevos y la carne de pollo.
La producción en México, de la simbólica planta, asciende a unas 14 mil toneladas anuales, informó la Secretaría de Agricultura Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), lo cual sólo cubre la demanda nacional pero no hace de nuestro país una potencia productora.
Las casi 35 variedades que hay de la icónica flor se cultivan en cerca de mil 200 hectáreas, distribuidas por todo el territorio nacional, siendo Puebla el mayor exportador al generar el 77 por ciento de la producción.
El año pasado, la derrama económica por la venta de la flor de muerto superó los 55 millones de pesos, cifra que los productores esperan superar con las celebraciones de este año.