Columnas
Con el temor de perder alguna de las dos Cámaras Representantes o Senado, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, enfrenta el martes lo que podría calificarse como un plebiscito a su controvertido, intolerante y criticado gobierno.
Ni con todo el dinero que posee, ni con la sarta de amenazas que todos los días lanza a los migrantes mexicanos y centroamericanos, el rudo mandatario sabe que no las tiene todas consigo y que su reelección prácticamente pende de un delgado hilo.
Por ello es que en los últimos días su carácter agrio y visceral se ha recrudecido; quiere a toda costa que los republicanos mantengan el poder en ambas Cámaras para tener asegurada la puerta que le permitiría entrar a reelegirse como presidente de EU cuatro años más. Trump ha utilizado el éxodo de centroamericanos como su misil favorito para que los estadounidenses le den su voto de confianza en las elecciones donde se renovaran ambos congresos. Usa el temor que todos los pueblos le tienen a la delincuencia para decirles que sólo él, y nadie más, puede protegerlos.
No obstante, también está consciente de que su forma de gobernar, autoritaria, soberbia, discriminatoria y amenazante no les gusta a millones de estadounidenses que como en el caso de los famosos, entre ellos deportistas, actores, actrices, escritores, se lo han echado en cara todos sus días y sus noches.
Trump usa nuevamente su estrategia de generar terror al afirmar continuamente que los migrantes, tanto mexicanos como los que conforman la caravana de centroamericanos, son delincuentes que pondrían en riesgo la seguridad del país, así como de las familias que no quieren que “invadan” su casa, es decir Estados Unidos.
Si los demócratas ganan esa elección, el insufrible Trump deberá olvidar sus promesas radicales de militarizar la frontera con México, de bloquear el asilo a los refugiados y de negarles la ciudadanía gringa a los niños y niñas de padres indocumentados que nacieran en esa nación.
Nada mejor para Donald Trump que en este momento los hondureños, salvadoreños y guatemaltecos hayan decidido lanzarse a la aventura de jugarse la vida en busca del “sueño americano”, le dieron “carnita” para hacer campaña por los republicanos y, al mismo tiempo, calentar la suya rumbo a la reelección. Por ello la sospecha de que detrás de esa marcha esté el sello Trump.
El descontento en su país también está a la vista de todos: es un hombre que sabrá hacer negocios muy jugosos, pero en su andar de político y gobernante de una nación como Estados Unidos ha cometido innumerables errores que pueden costarle su sueño de quedarse otros cuatro años más en la Casa Blanca… que bien puede considerarse como su propio sueño americano.