Columnas
El periódico The New York Times del 16 de agosto de 2018 da cuenta, en su primera plana, de las muertes crecientes por sobredosis en Estados Unidos: “Muertes por sobredosis, un récord: 72,000 el año pasado. Fentanilo, factor responsable.
Las sobredosis por drogas mataron cerca de 72,000 norteamericanos el año pasado, un número récord que refleja un incremento de cerca del 10 por ciento, de acuerdo con las estimaciones preliminares del centro de control de enfermedades. La cifra de muertes es superior a las que sumarían las de víctimas del sida, accidentes de automóvil y por arma de fuego. Los analistas ubican dos razones para entender el incremento. Un creciente número de norteamericanos están usando opioides y las drogas son más mortíferas”.
El fentanilo es un analgésico opioide que se procesa en laboratorio, a diferencia de los opiáceos que derivan directamente de la planta de la amapola o adormidera. Es cincuenta veces más poderoso que la heroína y cien veces más que la morfina. Esa potencia corre aparejada con la adicción que genera. Se suministra por la vía intravenosa pero también en parches y pastillas.
A partir de 1990, estudios patrocinados por las farmacéuticas norteamericanas impulsaron la venta de opioides, asegurando que los riesgos de adicción eran mínimos. Se recetaron a diestra y siniestra y secreóuna base de consumo adictiva que es hoy el primer demandante de la droga. Fue el caso del producto estelar de la compañía Purdue Parma, el Oxycontin.
Impulsado por mercadotecnia engañosa, acompañada de incentivos como viajes y dinero para los médicos que lo recetaban. Las voces de alarma sobre la creciente adicción y las demandas contra las farmacéuticas hicieron reaccionar al gobierno de los Estados Unidos que recurrió, en 2015, al novedoso método de limitar, hasta su prohibición, la venta liberal de opioides, al grado de que hoy es más sencillo comprar un arma larga que un jarabe para la tos.
Sucedió lo que acontece con toda sustancia que es demandada y es prohibida. Con la prohibición nace o se fortalece el mercado negro. Dice Marcelo Bergman: “La paradoja de los mercados ilegales es que la prohibición incrementa el costo del bien demandado y también la utilidad para quien lo produce o lo vende. Es decir, la prohibición genera mayores ganancias para quienes deciden entrar al negocio”.
Una caja de zapatos llena de ampolletas de fentanilo se convierte en medio millón de dólares al cruzar la frontera.
¿De dónde proviene la mayor parte del fentanilo que llega ilegalmente a los Estados Unidos? De China. Arriba a México por Manzanillo, lo que explica el incremento del índice de homicidios en Colima. Y las enormes ganancias que genera el producto explican la disputa sangrienta de los cárteles por los puntos de cruce.
Hay muerte en ambas partes. 31,000 el año pasado en México por la rivalidad entre las bandas. 72,000 por sobredosis en Estados Unidos. ¿No es hora de ver ahí una crisis?