Imaginación

La escritora neoyorquina Grace Paley se distinguió por ser una feminista y militante pacifista que se opuso a las guerras de Vietnam y del Golfo, y al armamentismo nuclear en Estados Unidos. Escribió tres libros de relatos: Batallas de amor, Enormes cambios en el último minuto y Más tarde el mismo día, donde sus personajes principales son gente de la calle, principalmente mujeres. Recientemente la editorial Círculo de Tiza reunió y publicó en La importancia de entenderlo todo (prólogo de Elvira Lindo, traducción Arturo Muñoz), sus memorias de niñez y juventud, sus escritos personales sobre política, y algunas reflexiones sobre la escritura. Transcribo aquí un fragmento de “De poesía, mujeres y el mundo.”

“Cuando yo empecé a escribir como escritora fue porque había empezado a vivir entre mujeres. Lo mejor de todo es que yo no las conocía, no sabía quiénes eran. Y debería haberlo sabido, ya que había vivido con todas mis tías. Pero no tenía ni idea, y creo que de ese hecho procede mucha literatura. Procede de no saber mucho sino de no saber. Procede de aquello por lo que sientes curiosidad, de lo que te obsesiona, de lo que quieres conocer. […] De manera que empecé a pensar en esas vidas, y esas vidas fueron las que me interesaron. […]

Si hablo de mi interés por las vidas de las mujeres, si digo que escribo sobre ellas siempre, sin pensar en si es interesante o no y descubro por suerte (me gusta decir ‘por suerte’, parece más educado) que a algunas personas les resulta interesante y útil, también debo hablar un poco de lo que es la imaginación. La palabra ‘imaginación’, tal y como nos la enseñan desde nuestra niñez, significa imaginar fantasías. Decimos: ‘Qué imaginación tiene ese niño. Qué listo es, ha imaginado demonios y duendes’. Pero la verdad (cuando digo la verdad, claro me refiero a una parte de ella) es que quizá lo que nos haga falta ahora mismo sea imaginar lo real. Es ahí donde fallan nuestros líderes. Y nosotros deberíamos de ser capaces de imaginar las vidas de otras personas. Los hombres (que a veces se enfadan mucho conmigo, y eso que muchos de ellos me encantan) deben imaginar las vidas de las mujeres, de todo tipo de mujeres.

De sus hijas, de sus propias hijas, deben imaginar las vidas que llevan sus hijas. Los blancos deben imaginar la realidad (no la invención, sino la realidad) de las vidas de las personas de color. Imaginar esa realidad y comprenderla. Debemos imaginar lo que está ocurriendo hoy en Centroamérica, en Líbano y en Sudáfrica. Debemos pensar en ello, imaginarlo y recordarlo, no limitarnos a mencionarlo todo el tiempo. Lo que pasa cuando mencionas mucho algo es que lo pierdes. Pero si piensas en las vidas de las personas, siempre quieres imaginar más. Tienes que pensar en la realidad de lo que ocurre en esos lugares e imaginarla. Alguien le dijo a Robert Stone [novelista estadunidense, considerado el retratista del lado oscuro del sueño americano]: ‘¿Hay alguna diferencia entre la vida de Pinochet y la suya?’. Y es necesario imaginar esa vida, y cuando empiezas a imaginártela te das cuenta de que hay muchísimas diferencias entre esas dos vidas. Hay mucha diferencia entre mi vida, mis ideas, mis sentimientos, aquello que me emociona y me repugna y lo que a muchos niños y hombres les han enseñado que debe emocionarlos y apasionarlos. Y todo empieza por el principio. Todo empieza en ese cajón de arena donde juegan los niños. Empieza justo al principio de la infancia.

Y en lo que a mí respecta, me hace feliz ver en mis hijos y en los hijos de mis hijos que las cosas empiezan a cambiar, y también lo veo en muchos hombres jóvenes. Eso me anima mucho: pensar que algunos de estos jóvenes han escuchado a sus hijas y han imaginado sus vidas de una forma nueva, que han pensado en ellas y han deseado para ellas algo diferente. De eso se trata también imaginar.