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Tal y como lo había anunciado durante campaña, el pasado 31 de diciembre Andrés Manuel López Obrador decretó el recorte de impuestos para los estados fronterizos del norte del país. El objetivo principal, según el mismo decreto, es impulsar el crecimiento económico en esta zona y por ende disuadir la migración hacia Estados Unidos. En concreto, esta medida implica una reducción en la tasa del IVA de 16 al 8 por ciento y del ISR de 30 a 20 por ciento.
Tomando en cuenta que esta medida se implementa para lograr la igualdad de precios entre las ciudades fronterizas de México al compararlas con las de Estados Unidos para generar mayor competitividad en México y así atraer mayor inversión y consumo, tiene mucho sentido. De hecho, este tipo de medidas ya estaban en vigor en administraciones pasadas hasta que en 2014, el régimen fiscal se homologó al resto del país pasando de 11 a 16 por ciento.
Sin embargo, existen riesgos que tendrán que ser tomados en cuenta. Primero, la pérdida recaudatoria total que se estima de entre 83 hasta 104 millones de pesos creando un déficit importante en las finanzas públicas, lo cual podrá verse aumentado si se genera una movilidad en contribuyentes que irían hacia el norte para beneficiarse de esta reducción fiscal y así lograr una ventaja competitiva frente a sus competidores.
Como México, muchos otros países, tanto desarrollados como en vías de desarrollo, utilizan sus regímenes fiscales para atacar problemas de competitividad, lo cual ha dado buenos resultados siempre y cuando no se pone en riesgo la balanza fiscal del país. Además del valor de las tasas impositivas, lo que genera un mejor uso de dichos regímenes, es cómo éstos se implementan. De nada sirve tener reducciones en impuestos si su recaudación es deficiente.
El Índice de Competitividad Tributaria Internacional 2018, el cual estima el lugar que ocupan los regímenes fiscales de los países de la OCDE en términos de su competitividad y neutralidad, puso a México en el lugar 28 de las 35 economías analizadas. Esto indica que México está muy por abajo en competitividad tributaria, comparándolo con países como Estados Unidos que está en la posición 24 o incluso otros países en desarrollo como Estonia en el lugar número 1 y Letonia en el lugar número 2.
Sin duda, además de reducciones en impuestos, implementadas con cautela para no generar un desajuste en las finanzas del país, resulta necesario poner en marcha medidas para una efectiva recaudación de impuestos aunado a la agilización en la burocracia en la declaración y pago de éstos. Sólo con medidas integrales se podrá lograr que México, tanto la zona fronteriza como el resto del país, sea realmente competitivo.