Columnas
¡Llegó la Cuarta Transformación! ¡Llegó la democracia! ¿Cómo es? De momento, tenemos que limitarnos, queridas lectoras, queridos lectores, a lo visto y lo dicho durante la toma de posesión del Señor Presidente. Esto apenas empieza. La democracia da discursos largos en cadena nacional y sin conductores molestos. Claro que sí. Andrés Manuel es la encarnación del pueblo —“Ya no me pertenezco”, dijo como antes dijo el compañero Hugo Chávez: la democracia se oye como Chávez, que también daba discursos largos—, y el pueblo tiene mucho que decir. Ha estado en silencio por muchos años. El pueblo tiene una sola voz.
▶ La democracia suena a Silvio Rodríguez. ¿Qué el compañero fungió de comisario político, que apoyó sin pudores a un dictador, que vive una vida de privilegios en un país depauperado y cruel? No importa: es antineoliberal. Eso es un cheque en blanco: el neoliberalismo tiene la culpa de todo.
La democracia rechaza los transgénicos, que contaminan los campos, y construye refinerías, que contaminan democráticamente.
La democracia convierte el agua en vino. ¿Qué ha salido un montón de dinero del país, que el peso está por los suelos, que la bajada fronteriza de impuestos va a tumbar 120 mil millones más lo del aeropuerto, que los préstamos van a salir carísimos por las calificadoras, que los inversionistas salieron por patas y por lo tanto no va a alcanzar para Santa Lucía, pero el tren, pero los adultos mayores, pero las 100 universidades, pero la Guardia Nacional con 50 mil nuevos reclutas? No sean neoliberales. El dinero va a salir de la ausencia de corrupción. Acostúmbrense a administrar la abundancia.
▶ A propósito de Guardia Nacional, la democracia usa uniforme militar.
usa uniforme militar. La democracia llama “amigo” a Evo, invita a Timochenko de las FARC y le agradece la visita al compañero Nicolás Maduro. También le da de comer a representantes de Corea del Norte, China y Trump, y saluda fraternalmente al líder de los destinos cubanos cuando le da chance Raúl Castro, que es el compañero Díaz-Canel. ¿Que los líderes neoliberales en general no vinieron y en el mejor de los casos mandaron representantes? No importa. Por eso: porque son neoliberales.
La democracia es religiosa: vimos al Presidente de un Estado laico de rodillas, entre humos, en medio del Zócalo (aunque no se vistió con ese look pueblo bueno y originario de Echeverría, López Portillo y Jesusa Rodríguez: dejo aquí la recomendación).
La democracia tiene precios de garantía. ¿Que eso, como sabemos desde hace unos 45 años, provoca inflación y tal vez desabasto? No importa: esas son preocupaciones neoliberales.
La democracia entiende que los números son relativos. ¿Qué la cobertura de Internet en México no es de 25% como dijo el Señor presidente sino del sesenta y pico? ¿Que ese 53% de votos está lejos del 80 y pico y 90 y pico de De la Madrid, Echeverría o Portillo y por lo tanto no es el más alto de la historia? No importa. Atender a esas minucias es de técnico neoliberal.
Y es que la democracia se ve como una de esas fotos de los 70 del cajón de tus padres, cuando los presidentes nos repetían que no iban a fallar y chambeaban el día entero, con guayabera, para controlar todos los aspectos de la vida del país, incluido el menú con agua de jamaica. Son fotos encantadoras. Felicitémonos. Tras 12 años de campaña, logramos llegar así de lejos. A la democracia. La verdadera.