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Los venenos del artista 


Los venenos del artista 


Suplemento viernes 11 de enero de 2019 -

Todo lo otro es el nombre de la exposición que podemos visitar en el Museo Tamayo hasta el 31 de marzo. Esta retrospectiva pone frente al espectador los últimos 20 años de la producción artística del mexicano Germán Venegas.


IDALIA SAUTTO


1. ¿Quién es Germán Venegas? ¿Qué música escucha a solas? ¿Qué tipo de colección tiene? ¿Qué veneno expulsa a través del arte?


Profesión: pintor y escultor. Año de nacimiento: 1959. País: México. Las materias a las que nunca hubiera podido dedicarse: matemáticas, física y química. A las que sí: antropología y viajero del siglo XIX. Compositores que preferiría escuchar a solas: Bach, Chopin, Beethoven. Música que comparte con amigos: Pérez Prado, Rolling Stones, Santana. Influencias nacionales: José Clemente Orozco (desde sus acuarelas hasta sus murales), arte prehispánico (del preclásico al posclásico). Escritores predilectos: Bukowsky y Juan Rulfo. Ciudad del extranjero a la que volvería: Beijig. Colección privada de objetos: herramientas de trabajo. Movimiento artístico predilecto: expresionismo abstracto. Animales: serpientes, jaguares y caimanes. Fantasmas: ninguno. Venenos: de tres tipos.



2. Borges decía que cada que evocamos un recuerdo se recuerda el último recuerdo del recuerdo, y ese último ha perdido cierto matiz de la experiencia original, por lo que al final es imposible tener una memoria fidedigna de lo que realmente fue el pasado: nuestras nuevas versiones siempre tendrán menos nitidez que el primero de nuestros recuerdos. La posibilidad de la obra de arte también tiene que ver con esa distancia que tiene la primera expresión, la primera intuición, la primera pincelada; volver a la obra, reinventarla nuevamente tiene que ver con este juego de alejarse y acercarse, y en la intersección encontrar un nuevo camino.


La serie “El violín y la flauta” (2004-2008) configuran la entrada a la primera sala del museo, retoman una obra emblemática de la historia del arte: “El desollamiento de Marsías” de Tiziano. Esta serie le tomó al pintor cuatro años de trabajo y una producción de 56 cuadros. Germán Venegas nos descoloca ante la otra posibilidad de esa obra. Mientras el espectador recorre cada una de estas variaciones, se puede dar cuenta cómo la estructura se abre ante lo pictórico, y el cuerpo que se representa pierde su anatomía. En la composición hay una clara evolución de la pincelada; en algunos cuadros las figuras se han independizado por completo de su origen. Es sólo porque sabemos que hay una referencia que nuestro deseo de encontrar lo figurativo en lo abstracto hace coincidir de dónde viene el trazo de Germán Venegas. En la medida en la que el cuadro comenzó a abrirse camino con múltiples rostros y posibilidades, también se transformó en símbolos que fueron motivos para saltar a un tema que también le ha interesado al pintor: la divinidad prehispánica.


La serie “Desnudos eróticos” responde a un interés particular en el tema del desnudo en el arte, y surge al mismo tiempo que se producía la obra sobre el cuadro de Tiziano. Venegas mencionó que entró a estos desnudos gracias a una ruptura con la cotidianidad establecida en el taller. De pronto hubo que volver a engarzar la concentración y fueron un medio para recuperar ese hilo que se había interrumpido.



3. Para Germán Venegas la meditación y el proceso creativo están envueltos en un mismo proceso artístico. La práctica de meditar es la misma para crear: “con el cuadro hay también un trabajo de concentración, y conforme avanza ese proceso el artista logra tomar distancia, ser menos el artista, y que el trabajo en la obra fluya por sí misma” (entrevista a Germán Venegas por Idalia Sautto para Viernes Cultural, 4 de enero de 2019, en la Ciudad de México). ¿Quién soy? Es el inicio para entrar en el cuadro y que la pintura se exprese en un momento presente.


Venegas ha mencionado que en cada pieza existe una sorpresa, una perspectiva diferente, una casualidad que se revela, ¿de dónde surge? No es posible determinarlo, no es un elemento racional. Pero esa sorpresa es la guía del trabajo; a partir de esa intuición existe la búsqueda. Para él uno de los motores de ese proceso creativo radica en una continua duda que lo empuja a buscar el cuadro, a enfrentarse ante una situación y resolverla. Esa duda estará siempre que exista el lienzo, la madera o la materia con la que vaya a enfrentarse. Ese proceso, con el tiempo, se convierte en cotidiano: entrar al taller, comenzar a trabajar y de pronto estar frente a una práctica de volver a buscar dentro de la obra, que es también un autoconocimiento que lleva nuevamente a la pregunta: ¿quién soy? “Llega a ser el que eres”, sería la respuesta de Píndaro. No está muy alejada la sentencia griega con el trabajo del artista.



4. La retrospectiva de Germán Venegas es una invitación a observar cómo la serie de Tiziano está vinculada con la serie de pinturas eróticas y éstas a su vez con la serie de autorretratos, y éstos con las esculturas y todo en conjunto con las prácticas budistas que comunican la pintura con la escultura y viceversa. La libertad que tiene la pintura se revela cuando cuadros figurativos conviven con abstractos y permanecen dialogando con el inicio, con la obra previa a su existencia. Estos procesos los expone Venegas, y como visitante se traduce en entrar al laberinto, pero guiados por el hilo de Ariadna. De esta manera podemos pasear por todas las posibilidades que hay en una misma pintura. Dichas posibilidades siempre son infinitas.


El planteamiento curatorial que hizo el Museo Tamayo nos permite entrar a la obra de Germán Venegas en una perspectiva en donde el tiempo es el horizonte y las piezas se conectan de manera orgánica. Es una exposición para disfrutar de principio a fin. Están expuestas 350 piezas y en ningún momento se percibe el número de obras que hay ahí, porque logra tener espacios en blanco, momentos en los que el público puede ir y venir, seguir o retroceder. Una exposición para visitar más de una ocasión.



5. Los primeros diez años del trabajo de Germán Venegas pudieron definirlo como escultor.


Pintura y escultura pronto se encontraron en una misma sintonía, ni más ni menos que otra. Venegas generó un puente natural entre ambas disciplinas y ahí podemos encontrar obras pictóricas que se revelan con relieves policromados y aplicaciones de madera. Pero cuando encontramos la salida del laberinto podemos constatar que fue el dibujo la antesala a estas expresiones. El dibujo fue el que llevó al artista a experimentar con la escultura y con la pintura. En la retrospectiva de su obra podemos ver que estas manifestaciones han estado ahí desde siempre. Venegas pasa del temple al óleo, del óleo a la madera y de la talla al dibujo.


La forma es vacío y el vacío solo forma es una escultura tallada en madera que determina el espacio en la sala de exposición, es una obra monumental y pesa cerca de cinco toneladas; sin embargo, no es una pieza que robe protagonismo al resto de las otras, genera un equilibrio. “Todo lo otro” de Germán Venegas es el lenguaje del artista abierto a nuestra mirada, desde un perro lamiendo la sangre de un sátiro, la escultura de un caimán, la figura de un mono en tintas, hasta la pincelada de una navaja que rasura la piel; color y forma, hacen evidente que las reglas del juego como las conocemos están habitadas desde otra experiencia del arte. Si observamos los autorretratos veremos que Venegas es un maestro de la precisión en la línea: deja a un lado la retórica de lo bello, el cuadro es un impulso que muestra el arte como oficio.



6. Germán Venegas mencionó, en una entrevista realizada para este suplemento (enero de 2019), que para él ver esta exposición, revelarla al mundo, le permite volver a comenzar de nuevo, regresar al taller con la certeza de que su trabajo es una práctica de por vida y que el proceso de introspección otra vez está ahí. En este punto, al hablar sobre los autorretratos afirmó que éstos también representan una búsqueda de autoconocimiento, de saber quién es, cómo es y cuántos demonios podemos encarnar: “Yo muestro esta serie de pinturas como parte de mis demonios. Hasta donde voy a trabajar internamente para poder beneficiar a los seres que nos rodean”.


El arte, en el contexto de cómo lo vive Germán Venegas, no consiste en pertenecer a una estética definida, académica o teórica, sino que significa la elección de una práctica de vida, más sencilla y simple que aquello que desearía el mundo del arte: “como seres humanos tenemos una tendencia a crear una manera de ser, crear un personaje, y hacernos creer que somos eso […] al trabajar con un cuadro específico experimento con mis propios límites. Hasta dónde soy yo de cierta forma. Hasta dónde me defino”.



7. Pienso en la pintura de Germán Venegas como ese recuerdo del que escribió Borges, esa versión cada vez más blureada de la realidad, cada vez más desenfocada, asimilada solo por sombras, por figuras e intuiciones y no tanto mediada por la verdad de los hechos. Un lenguaje pictórico que logra conectar todos los abecedarios de la historia del arte, porque no hay una sola forma definida, hay un constante crearse desde adentro y mostrarse en un proceso en donde nunca se delimita el final de la obra de arte.


Germán Venegas mencionó tres venenos cuando habló de sus búsquedas personales durante el proceso creativo. Esos venenos acompañan al hombre, es decir, al sujeto de la historia, al ser que es consciente del tiempo en el que vive, y a través de ellos destruye, pero también crea sus propios antídotos. En el caso de Venegas podemos ver la presentación del caos y la organización de éste; en sus series podemos constatar que hay un antes y un después, pero que el pintor nos muestra el puro presente, la pintura que se revela contra la forma, como analogía de las prácticas budistas: la concentración sigue siendo el elemento clave. Los venenos, aunque podríamos mencionarlos en este texto, están ocultos para que cada visitante haga su propio ejercicio de introspección y sea su propia contemplación la que determine en dónde buscar, cuándo salir y cuándo retroceder. Venenos, historias, tradiciones, mitologías y deidades estarán al acecho cuando la mirada del espectador encuentre su propio reflejo.


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IM/CR

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