Columnas
Libios cruzando el mediterráneo para llegar a Europa, sirios reclamando refugio en Turquía, birmanos atravesando el Mar de Andamán en busca de asilo en Malasia, centroamericanos recorriendo kilómetros para llegar a Estados Unidos. En el2013, la Organización de las Naciones Unidas estimó que existen en el mundo 232 millones de migrantes internacionales. Esta cifra incluye refugiados, solicitantes de asilo y migrantes económicos. El país receptor del mayor número de migrantes sigue siendo Estados Unidos, seguido de Rusia, Alemania, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.
En términos absolutos, Catar no figura en la lista de mayores receptores de migrantes, pero relativo a su población, sin duda, es uno de los países que más ha desarrollado su economía gracias a la migración. Hoy en día, el 94 por ciento de la fuerza laboral en el país del Golfo está conformada por migrantes, siendo éstos 70 por ciento de la población total del país. Los migrantes que viven en Catar son mayoritaria mente originarios de la India, Pakistán, Nepal, Irán y las Filipinas y trabajan en el sector servicios y en la construcción.
Hasta la década de los 80, Catar era un país poco desarrollado e incluso uno de los más pobres del Medio Oriente que se sostenía básicamente de la pesca y del mercado de perlas. Sin embargo, hoy vive una economía próspera basada en la extracción de petróleo y la exportación de gas. Los bajos niveles demográficos han forzado al país a ver a la migración como la alternativa para desarrollar al país, desde construcción de infraestructura hasta la provisión de servicios de toda clase.
No olvidemos que Catar será la sede del próximo mundial de futbol por lo que el gobierno está invirtiendo en grandes proyectos de logística turística.
Si bien es cierto que la situación de los migrantes en Catar está lejos de ser la deseable por los abusos que permite el propio gobierno en término de salarios paupérrimos y extenuantes jornadas laborales, queda claro que Catar, sin migrantes, no sería lo que es hoy. De acuerdo con múltiples estudios que analizan flujos migratorios y su impacto en los países receptores, la migración es una fuente de crecimiento económico donde no solo los migrantes se ven beneficiados por obtener oportunidades ausentes en sus países de origen, pero también los mismos países que los acogen.
Actualmente vivimos una ola de nacionalismo y de antiglobalización que ve al migrante como una amenaza en lugar de como una oportunidad. Los gobiernos del mundo tendrían que empezar a reconocer que la migración genera un impacto positivo no solo en materia económica pero también en el ámbito cultural y social.