Columnas
En la presentación del Paquete Económico, integrado por la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos al que ya se refirió ayer mi compañero Juan Zavala, hubo numerosas sorpresas. La primera y muy desconcertante fue la reducción presupuestal para las universidades autónomas, incluida nada menos que la UNAM, donde cursó sus estudios el Presidente de México.
La propia UNAM ha hecho público un extrañamiento en protesta por la reducción de recursos para sus actividades de investigación, difusión cultural y enseñanza.
No obstante, quien ha vuelto a dar la nota como opositor de la iniciativa gubernamental es el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro. Alfaro escribió en su Twitter “el presupuesto de egresos se centraliza en los intereses del Gobierno federal, ignorando las necesidades que surgen desde lo local. Para Jalisco, se les quitan recursos federales a los 125 municipios, así como al estado… no se contempla inversión federal para ninguno de los proyectos que desde Jalisco definimos como estratégicos, tales como el saneamiento y rescate del Río Santiago, la Línea 4 del Tren Ligero, la presa derivadora El Purgatorio…”.
Posteriormente, Alfaro señala que el Presidente de México se había comprometido durante su campaña a la construcción de la Línea 4 del Tren Ligero y a “privilegiar la agenda de cuidado del agua.” De modo que el gobernador de Jalisco determinó armar un presupuesto para su estado que “busca ir reduciendo la dependencia sobre los recursos federales y fortalecer las fuentes de ingresos propios”.
Esto es muy interesante, sobre todo porque desde hace muchos años se habla en México de fortalecer el federalismo con seriedad, y para ello los estados deberían tener recursos propios. La pregunta resulta evidente. ¿De dónde van a sacarlos? Aparte de la deuda, una de las pocas vías posibles sería la creación de un sistema de recaudación de nuevos impuestos locales.
Si Alfaro está dispuesto a cobrar impuestos locales para atender las necesidades de Jalisco, se encontraría en vísperas de adoptar una medida audaz pero definitivamente liberadora de la presión del Gobierno central. No obstante, el costo político de una política semejante es obvio para cualquiera. Ninguna población está dispuesta a asumir el cobro de contribuciones fiscales nuevas, a no ser que tenga la certeza de su finalidad.
Por otro lado, Alfaro se hace eco del discurso federal en tanto que afirma promover un presupuesto austero y eficiente, destructor de lujos innecesarios.
Además, sugiere que lo destinará a fines de claro contenido social: educación, salud, infraestructura, seguridad, agua y transporte público. La nueva voz opositora se consolida. Ante el silencio y retirada del PRI y el PAN, Alfaro ejercita nuevamente una línea de contraste con el Gobierno federal. Habrá que ver si los legisladores de Movimiento Ciudadano escogen esa misma línea.