Columnas
Dos politólogos norteamericanos de renombre, Levitsky y Ziblatt, estudiosos desde hace décadas del deterioro de las democracias del mundo, publicaron justo hace un año su más reciente trabajo, denominado Cómo mueren las democracias.
Afirman que en nuestros días los regímenes democráticos ya no se colapsan por medio de golpes de Estado o estallan con el asesinato del presidente; dicen que en esta época las democracias perecen debido a que los autoritarios y demagogos modernos se hacen del poder por la vía electoral, como Chávez/ Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua y Orbán en Hungría, y luego van debilitando poco a poco las instituciones republicanas, usando a veces la propia Constitución, hasta desmantelarlas y erigirse en verdaderos dictadores.
Se trata de un alegato que hay que estudiar con atención. Los autores afirman que construyeron nuevos pisos argumentativos en la materia, fundamentados en las categorías analíticas del reconocido Juan Linz, que en 1978 ya estudiaba el tema y lo plasmó en su libro de ese año, El Colapso de los Regímenes Democráticos.
A partir de esa base y de análisis propios, desarrollaron una suerte de semáforo de cuatro luces que avisan que nos encontramos en presencia de políticos autoritarios. Primero, rechazan de palabra o con sus actos, las reglas del juego democrático; segundo, rechazan la legitimidad de los adversarios; tercero, toleran o fomentan la violencia; cuarto, exhiben voluntad de acotar los derechos y libertades de los opositores, incluyendo a los medios de comunicación. Dicen Levitsky y Ziblatt que cualquier político que encuadre en aunque sea uno de los cuatro criterios es causa de preocupación.
¿Qué clase de candidatos se ajustan al tetra semáforo de los autores? Éstos afirman que con mucha frecuencia encajan en esa hipótesis los populistas y/o outsiders, por ser figuras que rechazan y denuncian el status quo, que claman ser o representar “la voz del pueblo” y son beligerantes con las que señalan como élites corruptas y conspiradoras; que tienden a negar la legitimidad política de los partidos actuantes, denunciándolos como no democráticos y a veces hasta antipatrióticos.
Estos candidatos les dicen a sus electores que los sistemas políticos en los que viven en realidad no son democracias, sino farsas producto del secuestro del régimen por los grupos fácticos de poder; finalmente, prometen también sepultar o expulsar del Estado y de la política a esas élites y regresarle el poder al pueblo.
Como ejemplo, informan que en América Latina, de los 15 presidentes electos en Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela entre 1990 y 2012, cinco de ellos fueron de este tipo de candidatos: Alberto Fujimori, Hugo Chávez, Evo Morales, Lucio Gutiérrez y Rafael Correa, y que todos ellos terminaron debilitando o fracturando las instituciones democráticas de su país. Avanzaré en entrega posterior. ¡Feliz año nuevo 2019!