Columnas
Establecida en 1995, la Organización Mundial del Comercio (OMC) es una de las organizaciones internacionales más jóvenes, con más miembros y también más criticada en los últimos años. Como sucesora del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), negociado tras la segunda guerra mundial, la OMC fue concebida como un foro para que los gobiernos miembros negocien acuerdos comerciales basados en un sistema de reglas vinculantes. Cuando los miembros no cumplen con las reglas pactadas, la OMC sirve también como un mecanismo para que éstos traten de resolver los problemas comerciales mediante un sistema de solución de controversias.
Desde la Ronda de Uruguay donde en 1994 se crea la OMC y con ella un número de acuerdos comerciales, la OMC no ha podido avanzar de manera significativa en su agenda de negociaciones comerciales lo que ha generado una crisis de legitimidad de la institución. Países como Estados Unidos y China parecen no estar muy de acuerdo con las reglas actuales y mucho menos con el mecanismo de solución de diferencias por medio del cual, si un país no cumple con lo establecido en las reglas, el país afectado podría recurrir a la implementación de represalias afectando la economía del país que ha incumplido. Estas medidas de represión no llevan más que a guerras comerciales absurdas como las que hemos estado viviendo, precisamente entre Estados Unidos y China.
La más reciente crisis en la OMC es referente a su mecanismo de solución de diferencias, en particular en su Órgano de Apelación. El Órgano de Apelación de la OMC opera con siete jueces elegidos por consenso de los miembros de la Organización. Desde octubre de este año, solo quedan tres jueces en funciones ya que Estados Unidos ha bloqueado en varias ocasiones la designación del resto de los jueces por más de año y medio. Esto significa que, aunque se necesitan sólo tres jueces para sesionar, la cantidad de casos que este Órgano rebasa por mucho la capacidad actual, volviendo inoperante el mecanismo.
En el comunicado oficial de la última reunión del G20, que se llevó a cabo en Argentina la semana pasada, el grupo de los 20 países industrializados resaltaron la necesidad de reformar a la OMC para que ésta se ajuste al contexto internacional actual. Sin dar más detalles, se empezará entonces a formular una agenda de reforma que ira desde revisión a las reglas de comercio desleal hasta una posible restructuración del sistema de solución de diferencias.
Si bien es cierto que la OMC y en general el sistema multilateral del comercio deben ser revisados tomando en cuenta las necesidades actuales de países tanto desarrollados como en desarrollo, un sistema multilateral basado en reglas siempre será la mejor forma de hacer política.