Entornos
MARTHA ROJAS
Una de las fechas más importantes dentro del imaginario popular mexicano es la celebración por Día de Muertos. La festividad, de origen prehispánico y de corte religioso, muestra el sincretismo y la multiculturalidad de los pueblos.
Esta celebración es la excusa perfecta para que algunos productos de la temporada, como las flores de cempasúchil, el terciopelo, la nube, la gladiola, el camote o la calabaza atrapen miradas con sus vivos colores.
En la Central de Abastos de la Ciudad de México(CEDA) el naranja y violeta de las tradicionales flores que guían a los muertos en su camino al mundo de los vivos inunda las bodegas y las salas.
A partir de las 10 de la noche, la Central, uno de los mercados más grandes del mundo, vuelve a la vida y los perfumes delicados de las flores que llegan ahí día tras día, casi hace desaparecer la sensación citadina del aire contaminado. La nave de hortalizas y flores es sede de una de las mayores romerías del país, ahí es posible conseguir los cempasúchil más esponjosos y las calabazas mejor formadas.
Cada puesto puede tener una reserva de hasta 30 toneladas de mercancía de la temporada.
Anualmente mil 700 hectáreas en todo el país producen alrededor de 12 mil toneladas de la icónica flor, la mayor parte llega a las instalaciones de la CEDA donde carrilleros transportan desde el tráiler hasta los locales cerca de 200 kilos de la flor en cada viaje.
Por si fuera poco, la Central, que en los últimos años se ha convertido en uno de los espacios de apropiación artística y cultural más grande de la ciudad, ofrece a sus visitantes y compradores una pequeña muestra de ofrendas que fueron realizadas por los trabajadores del lugar.
Coloridos y representativos, los altares recuerdan a las víctimas de feminicidio y reivindican el misticismo de su pasado prehispánico.
El recorrido por la romería aparece como un espejo de la cultura popular.