La electricidad es nuestra

Columnas jueves 26 de septiembre de 2019 - 00:15

Mañana, viernes 27 de septiembre de 2019, se cumplirán 59 años de  la nacionalización de la industria  eléctrica en México, hito histórico  que, junto con la expropiación petrolera, transformó radicalmente la  economía y la sociedad mexicanas. 


Para darnos una idea de la trascendencia de la nacionalización emprendida por el gobierno del Presidente Adolfo López Mateos, conviene recordar, como lo informa José Antonio Almazán González, que en 1960  apenas el 44 por ciento de los mexicanos tenía acceso  a la electricidad. El resto del país vivía en la penumbra,  en medio de velas y quinqués. El México rural era la  realidad imperante. 

A las grandes empresas eléctricas extranjeras, (la Mexican Light and Power Company y la American and  Foreign Power) no les interesaba el desarrollo industrial, comercial y agrícola del país. Durante más de 55  años fueron las más poderosas en México, imponiendo  elevados y arbitrarios precios a la electricidad; afectando lo mismo a la incipiente industria nacional, a los  servicios y al comercio, pero fundamentalmente a los  consumidores domésticos. Con frecuencia recurrieron  a las presiones diplomáticas de sus gobiernos para imponer su política tarifaria. 

Recordemos también que para subsanar en parte esta situación, el gobierno del Presidente Lázaro Cárdenas había creado la CFE el 14 de agosto de 1937, con  el objeto de organizar y dirigir un sistema nacional de  generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, basado en principios técnicos y económicos, sin  propósitos de lucro y con la finalidad de obtener con  un costo mínimo, el mayor rendimiento posible en beneficio de los intereses generales, tal y como se leía en  su decreto de creación. 

De este modo, dice Almazán González, a los monopolios eléctricos extranjeros les resultaba más rentable comprarle la energía eléctrica a la CFE, que invertir en  la construcción de nuevas plantas de generación. De tal  manera que en los albores de la nacionalización, la CFE  aportaba ya el 54 por ciento de la capacidad instalada  a nivel nacional, la Mexican Light and Power el 25 por  ciento, la American and Foreign Power el 12 por ciento, y  el resto de pequeñas compañías eléctricas el 9 por ciento. 

En la década previa a la nacionalización, la relación entre el precio de compra a la CFE y el precio al que  vendían las empresas eléctricas extranjeras llegó a ser  de más 4 a 1, lo cual explica sus enormes ganancias y el  poco interés por invertir en generación. Por ejemplo, la  Mexican Light and Power le compraba a la CFE el KWH  a 40 centavos de dólar canadiense y lo revendía en casi  dos dólares canadienses. 

Como consecuencia, la protesta social en contra de las empresas eléctricas extranjeras fue creciendo; fundamentalmente entre millones de usuarios organizados en  las llamadas Ligas de Consumidores Domésticos, quienes desde la década de los años cuarenta demandaban  la nacionalización de la industria eléctrica. 

•gsergioj@gmail.com
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/CR

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