Se asoma el 2024

Columnas jueves 10 de junio de 2021 - 01:00

Lo que pasó el domingo pasado 6 de junio— es el esbozo de la radiografía de las elecciones del 2024— que viviremos dentro de tres años, así de simple.

Si hablamos de un balance de las elecciones de hace un par de días podemos resumir dos cosas: ni fue una tragedia para la oposición, ni Morena mostró un efecto dominante para manufacturar cambios constitucionales a futuro al no lograr mayoría absoluta.

Y si a eso le sumamos que, a pesar de que Morena ganó gubernaturas, hay un equilibrio en los estados y en la cámara de diputados. Además, la oposición quedó en términos políticos “satisfecha” luego de haber arrebatado parte del dominio de la Ciudad de México, al menos eso dicen; lo cierto es que perdió o cedió terreno en bastiones fundamentales, no se diga Sinaloa, Colima y Sonora.

En otras palabras, el país quedó totalmente dividido y polarizado en dos bloques políticos: la izquierda y la derecha o, más bien, en un esquema reaccionario neoliberal patrocinado por la clase empresarial, y la otra, con intentos fugaces de transformación pero que no ha terminado de aterrizar como una fuerza progresista salvo su máximo ideólogo, López Obrador, que sí es un verdadero demócrata.

Así se divide el proceso con miras al 2024. Quizá lo que más funcionó para la oposición fue la estrategia de aglutinar fuerzas políticas; eso, no sólo impidió que Morena arrasara en las diputaciones federales, sino sentó un precedente importante para ir pensando seriamente que, lo que vivimos el pasado domingo, es un hecho que se repetirá.

La oposición no es capaz de jugar una elección por sí sola, si quiere competir de tú a tú con Morena en tres años, tiene que aliarse de nueva cuenta.

Tras ver los resultados del domingo— podemos ir adelantando que viviremos el mismo rodaje. Esa es la única opción: competir en bloques. Y es que el momento actual del país habla de una polarización; hubo ajustes, pero se equilibró. El país quedó mitad para Morena, y mitad para la oposición. Va depender mucho del trabajo efectivo que cada gobierno en sus estados realiza. Mientras eso pase, téngalo por seguro que el territorio seguirá en un encono social que se desprende de dos únicas fuerzas.

Esa es la realidad: el país se dividió. Repito, ganó Morena la mayoría de estados, pero en muchas entidades, la diferencia fue corta. A pesar de que la oposición se desplomó en Sinaloa y Sonora, sumó terreno en Campeche, Michoacán, Guerrero y no se diga Nuevo León. Eso da un giro total al proceso del 2024 en la que, para un servidor, sigue siendo Morena el gran favorito. Sin embargo, no puede confiarse. Las acciones y situaciones movieron el escenario por completo.

La hegemonía absoluta se terminó en la ciudad de México que, durante años, fue un laboratorio de la izquierda y del propio López Obrador. Ese colchón se esfumó.

La oposición le arrebató puntos importantísimos; y, peor aún, ganó en varias partes con un amplio margen. Esos daños colaterales los asumirá el presidente Obrador, pero, de igual forma, afectan seriamente las intenciones de Claudia Sheinbaum. Además, hay que tomar en cuenta que el mandatario vivirá sus últimos instantes de popularidad antes del retiro.

Cumplirá su ciclo y puede que, su popularidad, vaya decayendo como suele ser común cuando los presidentes terminan sus sexenios. En fin, serán dos parteaguas los que den origen al ingrediente especial, uno son las coaliciones y, por supuesto, el papel que desempeñan los gobiernos de Morena en cada una de sus entidades.

Quizá la primera connotación sea medular. Quedó claro que una política de alianzas sin importar la ideología o doctrina en nuestro país, puede dar la batalla en 2014. Si no, no tiene opción para competir, ganaría Morena ante una aplanadora de estado, más que democrática. Conviene recordar que tendrá la operación territorial de casi 15 entidades, lo mismo desde la federación.

En cambio, la oposición, irá de salida en muchos de los territorios en las que habrá elecciones en tres años y, en muchos de los casos, desgastados y señalados.

Quizá está llena de incógnitas al saber que pasará. Insisto, dependerá mucho del trabajo político y social en sus territorios, pero también, de cuál será su comportamiento que, de entrada, se empeñó más en dividir y polarizar el territorio, aunque al final de cuentas, con una disposición de seguir sumando a todos para ganar. No es fácil, es una tarea quimérica y titánica.

Notas finales

Parece que Alfredo Ramírez es el virtual gobernador de Michoacán de acuerdo con el cómputo final del PREP. Asimismo, la capital del estado la gana la coalición con Alfonso Martínez y, la segunda ciudad más importante y uno de los principales epicentros de la producción de aguacate a nivel mundial, Uruapan, es para el ex diputado federal, Ignacio Campos Equihua, candidato de Morena. Ganó a pesar de que la elección relativamente se tornó cerrada; hubo una gran mayoría que terminó por mostrarle el apoyo y refrendó en las urnas con una distancia de más de cinco mil votos que, para ese territorio, son más que suficientes para declararlo ganador e, igualmente, dar certeza que, el porcentaje, es irreversible.

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/CR

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