Juguemos

Columnas martes 08 de enero de 2019 - 02:01

Imaginemos que estamos en una sala de prensa en el Hotel Lucerna, en la ciudad fronteriza de Tijuana.


Durante el día tuvimos la visita del Presidente López Obrador para presentar el Programa de la zona Libre de la Frontera y la cobertura de nuestro medio nos exige enviar imágenes y textos cada 10 minutos para que la página de Internet se actualice, la gente de redes produzca gráficos de la información que se presenta y para colmo, sólo somos dos personas en el lugar. 



Ya sintiendo el poder del tiempo y la presión de tus jefes (porque todos son tus jefes) en el celular, corres a perseguir la comitiva que acompaña al Presidente, esquivando a colegas, tratando de no golpear a nadie, pero a la hora de la hora vas defendiéndote con los codos y tu equipo fotográfico.


Ya que lograste salir del lobby del hotel entre el tumulto de gente y periodistas, te topas con los fanáticos y ciudadanos que están allí porque saben que está el Presidente y quieren hacerle una foto a como de lugar con sus teléfonos.


Porque ahora también hay que defender tu lugar como fotoperiodista entre ellos, sin ser ofensivo e irrespetuoso, escuchas que todos gritan consignas, aplausos y alguien que dice “¡Abran paso a la camioneta!”. 


En un parpadear, que volteaste si la camioneta y la voz venían de la derecha o de la izquierda, pasa junto a ti el vehículo oscuro que traslada al Presidente, quien se asoma por la ventana sacando el brazo con el puño cerrado y su rostro con el ceño fruncido, como si gritara algo, pero no lo oyes porque entre la gente y la rapidez, se fue.


En eso suena tu celular y te dicen “¿Por qué no has enviado? ¿Tienes la foto? ¿Tienes a López Obrador o no?”. Apenas bajas el cuerpo de tu cámara para ver en el display si es que sí traes la foto o no, porque aunque no lo crean en la oficina, todo fue cuestión de segundos. 


Le contestas —“Sí, sí la traemos”—, a lo que te contestan “Ok. Mándala ya.”


Vuelves a convertirte en un gladiador armado de equipo fotográfico que de nuevo tiene que pasar la barrera de la gente, pero ahora para entrar y volver a sentarte en la sala de prensa del hotel Lucerna en uno de los salones de eventos.


Lograste entrar, ya estás en el lobby y ves al fondo el jardín del hotel. Te vas al salón montado y descargas el material para enviar. Por supuesto sigues recibiendo mensajes, ahora de la gente de redes y el jefe de diseño que ya necesita la foto porque están a punto de cerrar.


▶ Le avisas al reportero que estás ya enviando las fotos, pero no te hace caso porque se puso los audífonos para escuchar el audio de todo lo que el Presidente presentó. Que si el salario mínimo aumentó a 177 pesos, que si cada tres meses volverá para analizar el Programa o modificarlo y solo mueve sus dedos a una velocidad que las teclas de su computadora tiemblan.


Así que envías.


En la redacción reciben primero el material visual, te envían un WhatsApp que recibieron el material y en eso ya nadie te pela, nadie te escribe y ahora sí hasta suspiras de que ya pasó.


Sales a la calle a despejarte y a hablar con los demás colegas y actualizas el navegador de tu celular para ver qué se publicó en tu sitio. Ves tu foto como primer noticia y te sientes orgulloso, porque hasta te das cuenta que el cabello despeinado de López Obrador demuestra que pasó muy rápido frente a ti y fue el único cuadro en donde salió bien.


Pero ¡Espera!, la cabeza de la nota dice: “AMLO huye rápidamente de sus seguidores gritando ¡Viva México! Mientras que en el auto que lo trasladan, aceleró a toda velocidad para alejarse de la gente”.


Tú sabes que no es cierto, pero te preguntas ¿por qué escribieron eso?


Pues bien, esta es una realidad en los medios actuales, sobre todo en los más nuevos no cuentan con un editor o jefe de fotografía que cuida el valor y la información de la imagen puesta en página o publicada en su sitio.


Esta fotografía es muy buena por el hecho de que transmite emoción e información. Hay una reacción ante lo que ves. Omar Martínez se concentró, observó y capturó el momento en que López Obrador grita un no se qué, y ese qué lo podemos interpretar cada quien como queramos si es que no tenemos el contexto informativo. 


La fotografía debe contarnos un relato, una historia, nos debe dar de qué hablar o por lo menos algo qué interpretar y Omar cumplió todo esto con la imagen.


¿Qué cree usted que gritó? ¿Por qué va tan rápido la camioneta? Estas fotos me gustan porque podemos hacer este divertido ejercicio de jugar a imaginar el qué, el quién, el dónde, el cuándo, el cómo y el por qué.


Así es el periodismo y el poder de los medios. Pueden ordenar, dirigir, cubrir una noticia e informar a la gente de manera correcta o incorrecta. ¿Cómo no equivocarse como en nuestro caso imaginario? Contando con profesionales en lo que hacen.

 

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/CR

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