¿Y los impuestos al alcohol? No hay que matar la fiesta

Columnas jueves 17 de octubre de 2019 - 03:06

A los mexicanos nos gusta la  fiesta. Jorge Portilla alguna  vez definió a la mexicanidad como la fenomenología del relajo y Octavio Paz  la retrató como una fiesta. 

Quizá la diferencia más importante respecto de otros países, es que la fiesta nos gusta con alcohol y especialmente  beberlo de manera explosiva. Quizá por ello  en México hemos decidido facilitar su consumo en todas partes, para todas las edades  y para todos los grupos socioeconómicos  (no digo que sea a propósito, como en el caso de los refrescos y la comida chatarra).Legalmente un litro de bebida del mismo tipo  con un contenido etílico de 40 grados puede  comprarse desde 10 a 800 pesos. En algunas  partes del país, un litro de alta graduación  puede costar igual o incluso menos que un  litro de agua pura. Por ejemplo, es posible  comprar una botella de 950 ml de una bebida alcohólica de graduación mayor o igual  a la dicha de caña de azúcar por 22 pesos  o de tipo vodka por 42 pesos (datos Inegi). 

La propuesta de la Secretaría de Hacienda de aumentar por inflación el IEPS sólo incluye a tabacos y refrescos. La Cámara de  Diputados en estos días está analizando no  sólo aumentar el impuesto sino extenderlo  a otros IEPS. Sorprendentemente, la SHCP  excluye a las bebidas alcohólicas destiladas, además de la cerveza. La Iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación propone  recaudar para el próximo año 18 mil 888  millones de pesos por los impuestos especiales a las bebidas alcohólicas. El año  pasado se recaudaron 15 mil 958 y para este se tendrán tasas negativas en términos  reales. Esto contrasta con los niveles de los  volúmenes físicos de producción y ventas,  pues los destilados de caña y agave han crecido y otros rubros se han comportado  muy positivamente. Finalmente, a pesar  del incremento de precios —vía otro impuesto o inflación— las bebidas alcohólicas  no han experimentado un crecimiento de  sus precios en términos reales. En 2017 con  una inflación relativamente alta (6.77 por  ciento) aumentaron apenas marginalmente. ¿Qué datos ha usado la secretaría para  decidir excluir a las bebidas alcohólicas y la cerveza de ajustes por inflación en IEPS? 

Popularmente se cree que la cerveza y el vino de mesa son socialmente aceptables  y “no tan malos” como los destilados pero  lo cierto es que el alcohol está ahí y todo  depende de las cantidades sean “diluidas”  o “concentradas”. Por ello el enfoque fiscal  que se propone para las cervezas es, en el  menor de los casos, inadecuado. En el caso  de las bebidas alcohólicas es irresponsable. 

El problema fiscal no es sólo de ingreso.

La recaudación que se prevé obtener para este 2020, por demás positiva, es a todas  luces insuficiente. El costo de la detección temprana y cirrosis avanzada puede alcanzar poco menos de dos puntos del PIB, o alrededor de 500 mil mdp anuales. Alrededor  de 4 millones de personas que se atienden  por el sistema de salud declararon consumir excesivamente bebidas alcohólicas. Es  una gran cantidad de personas. 

¿Qué hacer? Tenemos que elevar el precio final de los destilados o alcoholes  “fuertes” y de las bebidas con contenido alcohólico permisibles socialmente. Es inaceptable que puedan comprarse litros de  bebidas de igual o más de 40º de licor por  cantidades parecidas o iguales a las del agua  embotellada. Deben de incrementarse las  tasas del IEPS actual al menos por inflación  tanto a bebidas alcohólicas como a cerveza,  o bien combinarse el impuesto con base en la cantidad y no sólo el valor o, si queremos  una hacienda moderna, considerar la instrumentación de medidas aún más innovadoras como precios mínimos de venta. Pero  la cantidad o concentración de alcohol en el  producto es igual o más importante que la  cantidad de volumen de alcohol por unidad. 

Si seguimos como vamos, vamos a seguir la fiesta pero con menos dinero, más gastos y sobre todo más enfermos y muertos. Sobre todo, seguiremos permitiendo  que los pobres y los menores se envenenen. Decir que sería regresivo es llevar el  análisis de ingreso al absurdo. Sin hablar  del vínculo entre violencia, desintegración  familiar y abuso de género y el consumo  excesivo de alcohol.

•Consultor en finanzas públicas.
@GabrielFarfnMar 

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/CR

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