A gritos y sombrerazos

Columnas martes 17 de septiembre de 2019 - 01:33

Fue un buen “grito”, ni más  ni menos. Nuestro amado  líder comenzó con el pie  derecho la primera de seis  veces que tocará el esquilón  de San José, nombre con el  que se conoce a la campana  de Dolores que nunca tocó el cura Hidalgo —la mandó tañer la madrugada del 16  de septiembre, pues no la tenía colocada a  modo como la tienen los presidentes en el  balcón central de Palacio Nacional desde  1896. 

El primer “grito” de nuestro amado líder pasará a la historia porque ningún otro antes, en ningún sexenio, había desatado  semejante polémica sobre su contenido. Y  como ya es costumbre desde hace tiempo,  el presidente marcó agenda y calentó la  plaza pública cuando dijo que se echaría  veinte ¡vivas! 

Su anuncio fue suficiente para que ardieran las redes sociales y sus enemigos dieran de gritos y sombrerazos con todo tipo de  comentarios sobre lo que iba a gritar, cuánto se iba a tardar, cómo lo iba a decir y mil  otras quejas no obstante que el presidente  en turno puede gritar lo que le dé su presidencial gana pues no hay ley alguna que  establezca que si el amado líder en turno  no menciona cuando menos a diez protagonistas de la independencia, más tres vivas  a otras causas y en menos de un minuto  entonces el grito no vale. 

Cuando uno de los presidentes se atrevió a gritar “Viva el tercer mundo” como lo hizo  Luis Echeverría durante su sexenio en una  noche del “grito”, cualquier otra arenga es  un lecho de rosas. Y de hecho, salvo ciertos momentos en que han sido invocados  personajes de otros momentos históricos  ajenos a la independencia, nunca hemos  escuchado otros vítores tercermundistas o  cosas peores. 

José López Portillo en 1979 gritó “Viva Hidalgo, el padre de la patria; viva Morelos,  el siervo de la Nación, viva Guerrero, el consumador de la independencia” y de pronto  metió un pase filtrado hasta la época de la  Reforma y agregó: “Viva Juárez, el benemérito de las Américas”. 

Tres años después, en 1982, cuando el país se caía a pedazos y ya se había echado el numerito de la nacionalización de la  banca con todo y sus lágrimas de cocodrilo  gritó: “Viva nuestra soberanía, viva nuestra  autodeterminación, vivan nuestras libertades, México vive, México ha vivido, México  vivirá”. Y más que vivir, sobrevivimos pues  lo que siguió fueron una serie de crisis económicas que no nos dieron tregua durante  casi todos los años ochenta. 

Como en los viejos tiempos del presidencialismo mexicano, López Obrador supo llevar con orgullo la investidura presidencial y le devolvió al grito la dignidad perdida  sobre todo durante el sexenio de Enrique  Peña Nieto que parecía padecer cada 15 de  septiembre y se la pasaba dándole de manotazos a la banda presidencial, haciendo  corazones malformados y sonriendo para  las revistas del corazón. 

Nuestro amado líder gritó con emoción y enjundia como solían hacerlo José López  Portillo, Salinas de Gortari o incluso Vicente  Fox —sí, Fox el expresidente que hoy tuitea  como si estuviera bajo los efectos del alcohol y la mariguana y que por cierto, en 2006  gritó ¡Viva Leona Vicario!, dato curioso para  quienes creen que a nuestro amado líder  se le ocurrió mencionarla por primera vez. 

El presidente López Obrador ya tenía camino recorrido dando “gritos”, no en sus  mítines y manifestaciones, sino en la noche  de independencia. Lo hizo como jefe de gobierno, luego como presidente “legítimo” y  ahora sí se le hizo como presidente constitucional. De los vivas que se aventó en este  2019, algunos ya los había practicado. 

En 2010, en el llamado “grito de los libres”, expresó: “¡Vivan los héroes anónimos! ¡Vivan los indígenas! ¡Vivan los campesinos!  ¡Vivan los obreros! ¡Vivan los migrantes! ¡Vivan los artistas! ¡Vivan los maestros! ¡Vivan  los profesionistas! ¡Vivan los sectores productivos! ¡Vivan los jóvenes! ¡Vivan las mujeres! ¡Viva la cultura! ¡Vivan los dirigentes  sociales y políticos asesinados o desaparecidos por defender las causas populares!”. 

Desde luego, no es lo mismo autoproclamarse presidente que ser presidente constitucional así que su primer grito fue  moderado, sobrio, solemne y emotivo, tanto  que dejó con la boca abierta a muchos de  los enemigos de la 4T que no tuvieron más  remedio que reconocer que había sido un  buen grito.

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/CR

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