¿Dónde están las demás?

La indignación por la muerte de Debanhi sigue y espero que así se mantenga. No permitamos que Samuel García o Andrés Manuel López Obrador naden de “muertito”, que se pasen la pelota de una fiscalía a otra o que le echen la culpa a la herencia maldita que recibieron. No dejemos que la muerte de esta joven quede impune y se pierda en el olvido. Hagámoslo por ella, pero sobre todo, por las personas desaparecidas en nuestro país que, según datos de la ONU, a finales de 2021 sumaban 95 mil.

Las estadísticas no son nada sin una dimensión humana. Dabanhi desapareció el 9 de abril y su cuerpo fue hallado el día 23. En ese tiempo, si los datos de las autoridades son ciertos, 78 mujeres desaparecieron en el país, un promedio de poco más de seis al día.

El gobierno de Nuevo León declaró que, en lo que va del año, se han presentado 327 reportes de mujeres desaparecidas, de los cuales 33 siguen sin resolverse, mientras que en cinco casos se encontraron a las mujeres sin vida. Hagamos un zoom. Sin contar el caso de Debanhi, en dos semanas en Nuevo León se reportaron la desaparición de 38 mujeres. De ellas, 30 fueron localizadas con vida, una fue hallada muerta, siete siguen desaparecidas. ¿Dónde están?

¿Cuándo el gobierno, estatal o federal, dice que destinará todos los recursos disponibles para localizarlas, qué significa realmente? ¿Cuántos policías, agentes de investigación, peritos, binomios caninos y demás recursos están trabajando en cada caso? ¿Cuántas patrullas, drones y cámaras? ¿Cuántos recursos materiales y humanos se destina a la búsqueda de mujeres desaparecidas? ¿O simplemente hablamos de retórica y demagogia?

Los gobernantes deben tener las manos libres para hacer el bien y las manos atadas para hacer el mal. Ante esta problemática, el Gobernador y el Presidente tienen manos libres para buscar y encontrar a las desaparecidas. Ese es su mandato y su obligación.

Para detener la ola de desapariciones de mujeres en México, existen dos aspectos clave. El combate a la impunidad y la prevención. El primero, no se relaciona con penas más severas, sino con eficacia en las investigaciones. El segundo, con políticas públicas en donde la participación de la sociedad es clave.

Tenemos que revisar los protocolos hasta ahora utilizados. La alerta de género y las medidas correctivas que de ésta derivan, no son un simple trámite burocrático, sino un nuevo enfoque en las políticas públicas.

Es terrible ver como personajes y grupos intentan utilizar la muerte de Debanhi para sacar raja política, para golpear adversarios o ganar clientelas electorales. Sus intentos son repugnantes, la gente lo sabe y los desprecia. Eso pienso yo, ¿usted que opina? La política es de bronce.