¿Por qué regular las redes sociales?

Recordemos que, tras su ridícula campaña como único candidato presidencial en 1976, José López Portillo emprendió desde la Presidencia la reforma política de 1977 que, entre otras cosas, incorporó al artículo sexto constitucional la frase: “el derecho a la información será garantizado por el Estado”.

En el libro La agenda democrática del Grupo Oaxaca: balance y futuro, editado por el Inai —al que trae en la mira el gobierno—, Juan Francisco Ecobedo pone en perspectiva histórica lo que en realidad pretendía el régimen priista:

“Tenía una connotación muy distinta a la que hoy tiene el derecho a la información, y en particular, la vertiente alusiva al derecho de acceso a la información. Se pretendía propiciar que los partidos políticos difundieran sus propuestas programáticas e ideológicas entre los ciudadanos en igualdad de condiciones”.

Así pues, históricamente el derecho a la información ha sido concebido por los priistas (incluyendo a los que ahora están en Morena) como una forma de extender su propaganda política a todos medios de comunicación. Son instrumentos que quieren bajo su control.

López Obrador y Monreal empezaron a militar en el PRI a mediados de la década de 1970.

Por más que quieran justificar sus intenciones de regular las redes sociales en la defensa del derecho humano a la información, la realidad es que su cuna priista habla por ellos en sentido contrario a lo que hoy argumentan. La historia de su partido de origen, también.

Se sabe que, como jefe de gobierno del Distrito Federal, López Obrador ocultó los contratos de los segundos pisos. Pero ese fue solo un capítulo de toda una historia de opacidades en su gobierno, pues desde el debate y promulgación de la primera ley capitalina de transparencia (2003) se vio su talante contrario a la transparencia y de un organismo autónomo, el entonces Consejo de Información Pública del Distrito Federal, al que intentó afanosamente de limitar y someter.

El 31 de agosto de 1997, el entonces priista Monreal caminaba lento, pálido y consternado en el vestíbulo de la Cámara de Diputados, mientras aseguraba que la oposición encabezada por el PRD y el PAN gestaba una grave crisis constitucional por haberse atrevido a instalar el Congreso sin la presencia (o sea, permiso) del PRI. Los senadores priistas esperaban en autobuses afuera de San Lázaro indicaciones para ingresar o no. No entraron porque no fueron requeridos, por aquella nueva mayoría parlamentaria que se los sacudió, aunque fuera por algún tiempo.

Hay que entender a López Obrador y a Monreal como ejemplos de un priismo que nunca ha procesado civilizadamente las derrotas, y tampoco conciben la libertad de expresión y el derecho a la información como condiciones de un régimen democrático. En su ADN tricolor siempre han considerado a los medios de comunicación como un instrumento para mantener el poder. Su pretensión de regular las redes sociales no tiene un fin democrático, sino responde a su naturaleza priista de controlar cualquier medio de comunicación.