¿Por qué sacaron a Porfirio?

Ha dirigido dos partidos y estuvo cerca de encabezar un tercero. Inteligencia y habilidad demostradas para ocupar posiciones o cargos públicos en administraciones del centro, la izquierda y hasta la derecha. Su capacidad negociadora lo llevó a presidir el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El único cargo que no alcanzó ni alcanzará es el de presidente de la República.

Con todas esas medallas, ¿Por qué lo sacaron de la lista de candidatos plurinominales de Morena a la Cámara de Diputados?

El mismo Porfirio lo sabe y sucede cuando se milita en un partido político. Es como un equipo de futbol. El entrenador da indicaciones, elabora la estrategia. Si alguien se indisciplina o desacata la línea y además mete autogoles, el entrenador lo va a mandar a la banca.

Y si en la banca sigue con la misma actitud, sin obedecer, lo enviarán al vestidor o le ordenarán que salga del estadio. Para entonces, el entrenador ya habría platicado el tema con el dueño del equipo. Así que todas sus decisiones tendrían ese respaldo.

Nadie pone en duda la sabiduría de Muñoz Ledo. Es un personaje emblemático de la política nacional. Siempre ha llegado en calidad de estrella a cualquier organización, pero una estrella no se puede dar el lujo de actuar con independencia en un equipo y mucho menos disparar contra su propia portería, al ver que las acciones y movimientos son contrarios a sus principios y parecieran incongruentes.

Si decidió meterse a un equipo, tiene que jugar con las reglas del equipo, no nada más para recibir beneficios, sino también cuando tiene que sacrificarse para que otro meta el gol o ir hacia atrás para reforzar la defensiva y proteger la portería. Porfirio lo sabe, ha sido dirigente partidista.

En el béisbol puede ser batazo elevado o toque de sacrificio, con la única finalidad de que el compañero avance a posición de anotar, a la segunda base, a la tercera o para que anote en pisa y corre. El sacrificado queda fuera de la jugada, out. Regresa a la caseta o dugout con la frente en alto, satisfecho de haber cumplido con la misión encomendada.

Lo que no puede ni debe hacer un jugador, ni en el futbol ni en el beisbol ni en otro deporte colectivo, tampoco en la política, es irse por la libre, sin tomar en cuenta al entrenador o manager.

Hacerlo, creerse más que el director técnico o dueño del equipo, es exponerse a consecuencias. Está primero el interés colectivo, por muy valioso y capaz que sea la estrella.

Es el caso de Porfirio Muñoz Ledo. Su brillantez es indiscutible, su autocrítica ayuda. Nada más que dentro de un equipo o partido, las acciones tienen que ser acordes a lo que diga el manejador.

Por eso lo dejaron fuera de la lista de candidatos plurinominales. Sin embargo, hay que decirlo, un cuadro de ese nivel, merece salida digna, darle un espacio donde los demás puedan seguir aprendiendo de su vasta experiencia. Ahí es donde ha faltado creatividad a la directiva.

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