¿Qué va a aplanar la curva?

De acuerdo con los datos que pronostica Oxford Economics, Donald Trump perderá las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, de manera aplastante. De confirmarse este pronóstico, la curva de contagios provocada por la pandemia, se cobraría una víctima muy significativa, por lo que otros líderes del mundo deberían empezar a poner sus barbas a remojar. Pienso concretamente en el caso de Jair Bolsonaro, en Brasil, ¿qué opinarán las y los brasileños de su presidente hacia el final de este año aciago? Si Lula acabó en la cárcel por cargos de corrupción criminal, ¿qué pasará con Bolsonaro, en virtud de su evidente y asesina negligencia criminal?

Cuando el polvo se asiente, en seis meses (si hay cura) o dos años y medio (si hay vacuna), lo hará sobre los cientos de miles de muertos que la epidemia habrá dejado a su paso, dejando al descubierto quien actuó correctamente desde el poder y quién no.

Es un hecho que, en todos los países, el conteo de muertos final será superior al que se conocerá en el otoño de 2020. En 2021 se conocerán las cifras duras, sabremos la verdad fría y que no podrá regatearse, ni siquiera con intentos de ocultar información, pues los datos comparados entre las diferentes sociedades y naciones, permitirán de todos modos dibujar un mapa de daños con bastante nitidez.

Por eso es que no es una buena idea tratar de ocultar información ahora, mucho menos tratar de endulzar el caramelo para las masas: el próximo año se sabrá realmente cuando se comenzó a aplanar la curva de contagios en cada país a lo largo de 2020. México no será la excepción.

¿Cómo recibiría la sociedad mexicana la noticia, allá por el candente verano electoral de 2021 o en el invierno de revocación de mandato de 2022, que en realidad no murieron en México 7 mil personas, sino 20 mil, por ejemplo o 25mil? ¿Qué opinarían los electores ante la boleta electoral para elegir diputados al Congreso federal, gobernadores, presidentes municipales, legisladores locales, al tener constancia de que la curva mexicana siguió ascendiendo y en lugar de dejar de subir el 30 de mayo de 2020, su crecimiento continuó hasta julio o agosto de este año? ¿Cuál será la reacción de electorado al poner en perspectiva entonces que, al final de mayo de 2020 mientras Nueva Zelanda no contaba 30 muertos, Corea no llegaba a mil y nosotros ya contábamos 6 mil 500? Seguramente en las urnas nos preguntaremos qué hicieron ellos bien y qué hicimos nosotros mal. Habrá entonces deudas que cobrar.

No podemos saberlo, pero sin duda el votante tendrá suficientes razones para no mostrarse indulgente, a menos que, desde ahora, cuente con un panorama, sí más crudo, pero también más real de lo que está sucediendo y de lo que pasará en lo económico, en lo laboral, incluso en lo familiar.

Por eso, resultaría muy útil que en la información que todos los días se difunde, se aclarara no sólo lo que se logró evitar con las medidas que se han tomado en la Jornada Nacional de Sana Distancia implementadas en marzo, sino también lo que puede suceder, con números claros, si estas medidas se relajan. En otras palabras, no sólo saber de qué nos salvamos, sino también que clase de monstruos nos esperan a la vuelta de la esquina, con cada cambio de luz del semáforo que se adoptará para regular la llegada a la nueva normalidad. Qué puede pasar, pues, si, muy a la mexicana, nos pasamos el alto. Sin esa información clara, la negligencia quedará del lado de las autoridades, no de la población.

La curva se va a aplanar y al hacerlo debajo de ella quedarán muchas cosas aplastadas: y necedades, caprichos, visiones verticales y unipersonales de resolver los problemas sociales, entre ellas. En todo caso, no parece que habrá mucha felicidad que medir.