8 de marzo: las acompañamos

Hoy, sin buscar ningún tipo de protagonismo ante las luchas de las mujeres en este 8 de marzo, me permitiré hacer un breve comentario.

Las generaciones de las feministas jóvenes están enfrentando luchas diferentes a las luchas que han librado las feministas que las precedieron, por ejemplo, en los sesenta las mujeres pugnaron por sus derechos sexuales y reproductivos; el derecho al divorcio, a un salario justo, a transitar libremente por las calles, a una vida libre de violencias al interior de sus hogares.

En los años noventa, se aproximó esta ola de movimientos globales por los derechos para todas, el incremento de mujeres en las conferencias internacionales, la inclusión de estos logros en las políticas públicas. También se gestaban las colectivas que cuestionaban el feminismo blanco, tan necesario para el entendimiento de la diversidad; otras narrativas y saberes emergían.

Ahora, entre muchas luchas, las mujeres se enfrentan a un mundo donde el feminicidio ha salido de las sombras y se ha normalizado.

Las cifras oficiales no son claras, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), el 20 de enero de 2021 en el Instrumento para el Registro, Clasificación y Reporte de Delitos y las Víctimas CNSP/3815, registró 969 víctimas anuales y el 25 de enero de 2021 en Información sobre Violencia contra las Mujeres registró 940 feminicidios en 2020, lo que resulta una diferencia en cifras de 29, sin embargo, sabemos que el número de feminicidios es mucho mayor, y las carpetas no reflejan el terror al que todas las mujeres están expuestas.

El feminicidio es asesinato de odio hacia mujeres por el simple hecho de ser mujeres. Se mata a quien se controla o se quiere controlar. No se les mata en eventos aislados de violencia, es el final de una vida de la relación continua y progresiva de violencia entre víctima y victimario. Es decir, entre la pareja íntima; familiares; otros conocidos y extraños. Todos estos atravesados por las diferentes opresiones que viven las mujeres día a día.

El feminicidio hace parte de las múltiples y complejas violencias contra las mujeres, y no puede entenderse sólo como un asesinato individual, sino como la expresión máxima de esa violencia, en la que el sometimiento a los cuerpos de las mujeres y extinción de sus vidas tiene por objetivo mantener la discriminación y la subordinación de todas.

Su lucha es por la vida, por su vida.

Y ante esta realidad espantosa y cada vez más peligrosa, donde el terror está en todos los espacios sociales, donde el acoso y la violencia están presente de manera permanente en casa, en la calle, en el trabajo, en el transporte público, y un terrible etcétera.

Las luchas de las mujeres son batallas para convertir este país en un lugar donde no teman por su vida en cada paso; donde su trabajo valga lo mismo que el de los hombres; porque sus cuerpos no sean sólo un objeto propiedad de los hombres o de la iglesia; donde ser mujer no sea motivo para ser ciudadanas de segunda.

Acompañamos sus luchas y las respetamos. Somos aliados, pues compartimos utopías y luchamos cada día con ustedes para trasformar este mundo. Estamos en contra de grupos, clases sociales y contra la violencia de género. Luchamos porque nadie esté por encima de cualquier otro y otra.

Creemos en la justicia y la igualdad.