A un paso de la oligarquía o la tiranía

Aristóteles sentó las bases del estudio de la política, para alcanzar la felicidad de los pueblos a través de las diferentes formas de gobierno. La monarquía y la tiranía, gobiernos de uno solo, el mejor y el peor de los gobiernos. La aristocracia y su corrupción en oligarquía, gobiernos de unos pocos, los mejores y los más ricos. La república y la democracia, donde gobiernan los muchos hombres libres y los muchos pobres.

Esta transformación de las formas de gobierno, se repite sin parar en una especie de círculo, en el que a veces hay avances positivos de una forma de gobierno corrupta a una virtuosa, pero también hay retrocesos, como pasar de una monarquía a una tiranía. Es el ciclo político de la historia que descifra y estudia muy bien el Dr. Patricio Marcos Giacomán, quizá el único teórico político de la UNAM y de México.

Esto toma gran relevancia cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador llama a definirse, abonando el terreno para que los conservadores (PAN, PRI, MC, Coparmex, etc.) se organicen y se alíen en el BOA o algo similar. Cree que la Cuarta Transformación será para siempre, pasando por alto el ciclo político de la historia.

Estamos pasando de una tiranía oligárquica, el desgobierno de un tirano que representa los intereses de un grupo de potentados a los que el presidente denominó la “mafia del poder”, a una democracia. Pero hay diferentes tipos de democracias y si el presidente no la cuida, estaremos en la peor de ellas, con alto riesgo de transitar hacia dos formas de desgobierno.

La democracia en la peor de sus formas es aquella en la que el soberano es el pueblo y no la ley. Y esto ocurre cuando los demagogos ponen a consideración del pueblo las decisiones, sabiendo que el pueblo les obedece. La mayoría se vuelve despótica y termina por mandar sobre las otras partes de la sociedad. Los ricos, los notables y una buena parte de la clase media, se sienten agraviados y tienden a unirse, derrocan a la democracia para instaurar una oligarquía.

Otro riesgo es que el gobernante caiga en la demagogia y al tener el control de la voluntad popular, se corrompa en tirano, demagogo al supuesto servicio del pueblo.

Hay formas de evitar que eso suceda, la principal es respetar y hacer respetar la ley. Buscar un equilibrio entre las partes de la sociedad, que ninguna se sienta oprimida o desvalorada. Garantizar el orden y la seguridad de las personas y sus bienes, los ricos odian el desorden y la anarquía. Hacer una buena administración y cuidar la palabra, porque hasta el más complicado argumento tropieza con la realidad.

Para Aristóteles, los gobernantes deben tener amor al régimen establecido, la mayor competencia en su cargo, virtud y justicia adecuada al régimen. El presidente cumple, pero muchos de su equipo no. Son los aduladores que menciona el diputado Porfirio Muñoz Ledo.

ENTRE GITANOS

En la CDMX se viene el recorte presupuestal a las alcaldías y órganos desconcentrados y autónomos, inicialmente planteado en un 8 por ciento. Gracias a los oficios de Claudia Sheinbaum, todo camina por la vía del diálogo.

Con la cuarentena se tienen muchas economías de las cuales echar mano, como el ahorro en gas y alimentos para los niños y niñas de los Cendis, que representan más de 60 millones de pesos en toda la ciudad. Es cuestión de buscarle.

Los alcaldes saben que les conviene tenerla de aliada, ya que atraviesa uno de sus mejores momentos y por las nuevas facultades para el manejo de los recursos que le otorgó recientemente el Congreso de la CDMX. Así por las buenas, ni quien diga nada.