Anaya está solo

Viéndolo desde esa perspectiva, no sirvió de nada la decisión que tomó Ricardo Anaya de exiliarse en Estados Unidos. Aunque muchos aseguran que, esta situación, puede favorecer y fortalecer la imagen del queretano.

En general, Ricardo lleva el estigma de corrupción; entonces, cargar con esa consigna le genera más negativos; la losa que arrastra le impide trascender como una figura protagonista. Eso ha dado pie para pensar que, ni con una estrategia de esa naturaleza, Anaya se convertirá en la imagen que haga contrapeso. En otras palabras, el candidato presidencial de la derecha de cara al desarrollo electoral del 2014, donde, Morena, es ampliamente favorito para coronarse vencedor. Esa visión no cambia, de hecho, Regeneración Nacional seguirá ampliando su dominio en el siguiente proceso del 2022.

Aunque eso ya lo sabemos de acuerdo con los pronósticos que anticipan el hecho, no podemos soslayar. Pero, en sí, lo trascendental de esta narrativa es fundamentar la soledad y el fracaso que se avecina para Ricardo Anaya. En primera, el queretano está prácticamente solo en esta vereda; recibe el respaldo verbal, puesto que la oposición aprovecha esas coyunturas para contra atacar a AMLO, no obstante, el descenso de credibilidad de Anaya es gradual, es decir, proyecta debilidad porque no es elocuente.

Quizá la decisión que orilló a Anaya a huir, sea precisamente fortalecer su imagen. Su aspiración es llegar nuevamente a la candidatura, esta vez, con las siglas del bloque amplio opositor; pero debemos partir del hecho si, en esa coyuntura, Ricardo está en los planes de la oposición. Él se auto destapó, aunque eso no significa que, en 2024, sea el abanderado; fue también una estrategia misma, que recurre hoy en día con el exilio en Estados Unidos.

Si realmente es inocente, que lo demuestre como dijo el presidente López Obrador. Pero, en lugar de enfrentar los hechos, huye. Deja mucho a la imaginación. No inspira confianza y, lo peor de todo, lo hace de una manera burda.

Nos podemos basar en dos aspectos. Uno: la calidad moral y la forma en cómo ha llevado su carrera política, lo mismo, el antecedente que dejó luego de resquebrajar al PAN; y, otra, el expediente abierto de la Fiscalía, ese, el más infalible. Ambos ponen contra la pared a Ricardo Anaya que, de por sí, no tiene el respaldo total del PAN.

Y es que desde que apareció el primer video de Anaya hasta la fecha, no se ha pronunciado de manera oficial el partido. Lo hace de forma particular, pero no total, es decir, parcial cuando le es útil para la agenda. Eso puede ser visto como un abandono con la clara consigna de que, en Estados Unidos, pierda pulso e interés con la soledad. Salvo, que eso cobra mayor auge al victimizarse, empero, de entrada, lo dudo. Sus mensajes son vacíos; no penetran en la ciudadanía; aunque su tema se metió al dominio público, tuvo poco apogeo.

Quizá añora pasar a la historia como aquellos grandes personajes que han quedado grabados en los anales de la cronología. No tiene ni la fuerza, ni la capacidad, lo mismo, esa razón social que se ponga de su lado. Está solo y, cada día que pasa, se desgasta más.