ESTADOS UNIDOS 2020: ¿ELECTORADO COMPETENTE?

Justo en una semana estará iniciando la jornada electoral estadounidense. El próximo martes, la mayoría de nuestros vecinos del norte se levantarán con la pesada y apasionante obligación de tomar la decisión más importante de su vida y quizá, de esta generación entera: pronunciarse por Biden o por Trump y batallar de nuevo con un sistema electoral disfuncional, obsoleto y antidemocrático en el que el voto por el presidente no es directo, y que sus élites se rehúsan a traer al siglo XXI.

Al cruzar el emblema de su predilección, las y los electores lo harán sabiendo que en realidad expresan sus ansiedades y entusiasmos al votar por el hombre blanco privilegiado de 74 años o por su contrincante, el hombre blanco privilegiado de 77. En efecto, en la casilla, los y las estadounidenses ejercerán derechos consagrados como el derecho a votar, ser votado, asociarse para fines políticos, reunirse para deliberar sobre el estado de la nación y a la libre expresión de las ideas.

Visto lo sucedido en los últimos 4 años, y sobre todo durante el curso de la pandemia, creo que este 3 de noviembre nuestros vecinos deben exigirse y demandar de sus candidatos y candidatas el derecho a la gobernabilidad democrática, últimamente también denominado derecho a la gobernanza, a la buena administración pública, o a un gobierno competente, como lo propone Jason Brennan en un libro extraordinario: “Contra la Democracia”.

Como acompañante de este derecho fundamental a que el gobierno funcione y funcione bien, es decir, dentro de un marco de actuación de integridad pública y de trato digno a todos y todas, ese martes que viene veremos y sentiremos una exigencia general (planetaria) del respeto, promoción y defensa del derecho a un electorado competente.

¿Qué es un electorado competente? Es el que no comete errores como el Brexit en el Reino Unido, el No en Colombia, el que llevó a la Presidencia a Chávez en Venezuela o a Trump en Estados Unidos justo hace 4 años. Es el que rechaza, condena y sanciona dentro de la ley y en la boleta, la violencia política en todas sus manifestaciones; la negligencia y la ineficacia en todas sus expresiones. Es el que es capaz de identificar la corrupción política, el populismo social y el neoliberalismo financiero, denunciarlos y sancionarlos con los instrumentos que toda constitución moderna garantiza: la libre decisión en la urna y el activismo ciudadano que concita a votar anticipadamente.

Si los electores y electoras estadounidenses se avispan el martes que viene y votan libre y copiosamente, como anuncian las encuestas ¿Podrán ser ese electorado competente que el mundo les pide ser en 2020 y que no lo fue en 2016? Tienen el inmarcesible derecho a serlo, pero también el mandato de lograrlo, por el bien de la humanidad y de la democracia.

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