El INE del pasado

El diseño original del INE no permite transformación, exige refundación. La verticalidad de su estructura es propia de una dictadura de 11 personajes que, como nobleza trasnochada, enajena el derecho de pernada de la democracia. Es decir, primero debe ser aprobada la visión de la democracia del pueblo para que ellos puedan aprobarla.

Carece de sindicato el árbitro electoral a pesar de que la exigencia de la mayoría de los trabajadores del instituto tiene más de 15 años. Su esquema de gobierno es cerrado, tanto que deja las decisiones en manos de 11 personas, no hay flexibilidad o apertura y esta pirámide exige abrirse al Poder Legislativo que sólo actuaba como facturero del favor concedido a quienes ungía como consejeros.

La democracia es un movimiento social vivo, que crece constantemente, echa raíces en un cada día mayor número de personas, cambia contantemente, avanza o retrocede de acuerdo con la conciencia social, ahora es esa misma conciencia social la que exige que la dinámica propia de toda democracia que se digne de serlo, transcurra en el tiempo y haga su propia historia; sin embargo la burocracia instalada en ese organismo trata de impedir expulsar las prácticas más arcaicas de una forma de gobierno que se aleja cada día más de la democracia conforme pasa el tiempo.

Más allá de los beneficios que a este selecto grupo de once personas favorece el estancamiento del INE, hay intereses que intentan impedir una reforma natural del órgano electoral, y para colocarse como escudo del cambio gritan que se trata de desaparecer este vetusto instituto para lo cual las fuerzas más conservadoras del país llaman a defender a través de una marcha que anuncian multitudinaria.

El INE se encuentra rebasado y prueba de ello es la partida presupuestal solicitada para los once virreyes de la democracia por 382 millones de pesos anuales, tan sólo para la oficina del consejero presidente suman 61 millones de pesos al año, eso sí cuenta con 35 colaboradores, más que una mediana empresa, un secretario que gana 89 mil pesos mensuales y un secretario particular que obtiene por cargarle el portafolios a Lorenzo Córdova, 220 mil pesos al mes.

Más allá de esos privilegios la negativa para que haya una transformación ene l INE viene de fuerzas superiores, de otra forma esa marcha no sería convocada por las fuerzas reaccionarias del país, lo cual muestra los intereses en juego. La reforma electoral no es una necesidad de partidos sino de la población, pero el estancamiento del INE es una necesidad para intereses enquistados en la clase política y los poderes fácticos, expuestas en fraudes, carencia de credibilidad, protagonismo, creación de fideicomisos ilegales, parcialidad, pero sobre todo la adaptación al tiempo que vive México que no es otra cosa que su actualización.