El “populismo integral”

El atentado en el cual perdió la vida su hija ha puesto de relieve al “filósofo” ultranacionalista Alexander Dugin. Bien conocida es la forma como Vladimir Putin ha “alimentado” su formación política e intelectual con las obras de los llamados pensadores eslavófilos, enterrados durante la época soviética pero restaurados tras la caída del muro de Berlín como orientadores de muchas organizaciones y movimientos políticos surgidos en los turbulentos años noventa rusos. Decenas de filósofos firmemente reaccionarios volvieron de ultratumba para participar en la nueva guerra en contra del progresismo y del liberalismo occidental. A escritores como Konstantin Leontyev, Vladímir Soloviov, Nikolái Berdiáyev e Iván Ilyín les unía un enconado odio al progreso, al individualismo y a todo lo cosmopolita. “¡Oh progreso condenado y maldito!”, clamó alguno de ellos. Pues bien, estos señores son los principales inspiradores del dictador ruso y del Sr. Dugin, su principal asesor ideológico actual.

¡Rusia, la excepcional! ¡Rusia, martillo de herejes! Idealización de la vida campesina en tiempos de los zares, considerada una especie de “utopía social” solo corrompida por el arribo de lo extranjero. Con este caldo de cultivo ultraconservador, con este odio al liberalismo, Aleksander Dugin generará la idea de defensa a ultranza de etnoestados militarmente poderosos e inequívocamente liberticidas sustentados en un nacionalismo identitario de continuas referencias a un “pasado glorioso”. En su obra “La Cuarta Teoría Política” escribió: “Cada pueblo y su cultura tienen el derecho intrínseco de evolucionar de acuerdo con una lógica propia… Rusia está llamada a contrarrestar a Occidente para salvar su propio camino, pero también para permanecer en la vanguardia de otros pueblos y países de la tierra con el objeto de defender la libertad de sus culturas”. Rechazo total a la modernidad, teorías particularistas, repudio a las élites, todo un ideario para una nueva “internacional populista” y para todos los críticos del liberalismo, a la derecha y a la izquierda.

Dugin habla de la necesidad de un “populismo integral”: “Es posible una revolución estructural contra el liberalismo: se está realizando con el populismo”. Su “populismo integral” trabaja con un Estado autoritario dirigido por un “hombre fuerte” y con la redistribución económica como ejes, sustentado en una ideología nacionalista de valores cristianos y anticosmopolitas. Así une a la derecha de los valores tradicionales con el socialismo, la justicia social y el anticapitalismo. Rusia es el mejor ejemplo de esto y guía a todos los populismos enemigos de la modernidad elitista, el cosmopolitismo y el consumismo, pero también partidarios de un regreso a los valores rurales, religiosos y autoritarios. Las viejas ideas románticas sobre la singularidad de los pueblos, la inexistencia de valores universales (democracia, derechos humanos) y el “destino de las civilizaciones” instituyen este paquete ideológico listo para combatir a la modernidad.