En 5 puntos: Comienza el 2do. Tercio

Columnas viernes 18 de diciembre de 2020 -

Alguna vez escuché decir a una comentarista en la televisión que lo importante no es el gabinete con el que un Presidente o Gobernador llega, sino con el que se va porque ese va a reflejar su ideología, objetivos, confianzas, decepciones y descubrimientos. El equipo de trabajo con el que un gobernante termina, es el racero que lo marca y el que, al final del día, determinará el juicio que de él haga la historia. En este sentido, si el 1 de diciembre se daba el cerrojazo al primer tercio del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador sin tener mucho que reportar en temas económicos, más allá del bien recibido y oportuno aumento al salario mínimo en 2018, la promulgación de una muy esperada Ley Federal del Trabajo y, desde luego, la firma y entrada en vigor del T-MEC, el frenesí legislativo que hemos visto a partir de ese día, parece una etapa mucho más auténtica del que podría ser un enfoque mucho más auténtico de cómo imagina el presidente López Obrador se debe manejar al país y el riesgo del tan traído retroceso.

1. Centralismo. Para un apasionado de la Historia de México, no debería ser un ejercicio extraño el entender al convulso Siglo 19 como una constante lucha entre dos bandos… ¡qué no son liberales y conservadores! En realidad, el siglo 19 mexicano está marcado por el conflicto entre federalismo y centralismo. Si bien de juris México es una República Federal, el autoritarismo, tanto de Juárez como de Díaz como del régimen de la Revolución, termina por establecer un centralismo metalegal. Hoy en día, con el pretexto de evitar la corrupción y el dispendio, como en la época de la “presidencia imperial” nos olvidamos de la naturaleza Federal de la Nación, borramos la división entre niveles de gobiernos de la comunicación oficial, y se inaugura el “Gobierno de México” en lugar del “Gobierno federal o de la República”.

2. Enemigo que ni pintado. Dado que el centralismo de facto es complicado, el pueblo pasará penurias y las clases medias verán reducido su ingreso y sus perspectivas a futuro, se necesita a quién culpar por el “sacrificio económico”. En un principio se busco señalar al Covid-19, pero se les salió de control muy rápido y muy notoriamente, así que recurrieron al clásico lopezportillista: los malos empresarios que, coaligados con el imperialismo yanqui, buscan proteger su patrimonio, ¡y hasta incrementarlo!, más allá de lo que el señor Presidente tiene contemplado para ellos: ¡sátrapas, maximizadores, vende-patrias, saca-dólares, fifís y neoliberales!

3. Cuates y cuotas. Para contrarrestar el poderío económico de los empresarios, la cuatroté está recurriendo a una de las prácticas que más criticó: generar su propia clase oligarca que sirva como demostración viva de que dentro de la gracia del Presidente, todo. Fuera de ésta: ¡nada!

4. Contrapesos. El concepto mismo de “Presidencia imperial” es un Poder Ejecutivo al que le molestan el estado de derecho, la división de poderes, los organismos autónomos o cualquier tipo de diseño institucional que busque acotar su poder. Lejos del estado de derecho en el sentido de la claridad que exigen los modelos liberales, aquí la norma debe ser lo más vaga posible para que el señor Presidente la interprete en función de lo que el siempre anónimo pueblo, le diga que quiere.

5. Perspectiva. El Presidente sabe que la debacle económica puede descarrilar su proyecto, que en las formas es sumamente echeverrista y en las decisiones tan lopezportillista, por lo que se aferra a la disciplina fiscal como ellos no lo hicieron. No se da cuenta de que resolvió la ecuación, cuando el ciclo escolar ya acabó e inició otro, por lo que se mira sorprendido en otras clases con otros alumnos. ¡Todo cambió menos él! Pero él se burla de los demás y los dice “otros”. Nuestro Presidente, nuestro conductor y guía.