En transición que va

México es uno, pero no de una sola persona. Su historia moderna está llena de movimientos sociales que tras generaciones han transformado al país, pero que hoy, ante el gobierno de la 4T, son olvidados o señalados como “conservadurismos de izquierda”.

Y justo ahí, se encuentra el movimiento estudiantil del 68 que demandaba libertad a los presos políticos y respeto a los derechos humanos; la Marcha del Orgullo Homosexual de 1979, precursora de los logros constitucionales que esta comunidad obtuvo en 2009 y 2018; las protestas generalizadas del fraude electoral de 1988, encabezadas por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz e Ifigenia Martínez; la lucha por la reivindicación y los derechos de los pueblos originarios con el EZLN en 1994; la huelga de la UNAM de 1999, en la cual se discutió y defendió la gratuidad de la UNAM.

Más aún, en 2001 se originó el Movimiento de San Salvador Atenco que se opuso a la construcción de un nuevo aeropuerto; en ese mismo año, y ante la oleada sistemática de feminicidios en Ciudad Juárez y Chihuahua, nació el Movimiento “Nuestras hijas de regreso a casa”; para 2005, tras la muerte de 49 infantes en el incendió de la guardería ABC, se hizo presente el movimiento que desde entonces han demandado justicia; el fantasma electoral de un fraude en las elecciones presidenciales del 2 de julio de 2006, motivó el origen del plantón pacífico sobre avenida reforma; sumando con ello movimientos como la APPO en Oaxaca.

La violencia y complicidad cada vez más evidente de los cuerpos policiacos con el crimen organizado originó que en 2011 surgiera el Movimiento por la Paz, con Justicia y Dignidad; y en 2012, el #yosoy132 movilizó a una juventud que exigió transparencia y democratización de los medios de comunicación; asimismo, 2014 se convirtió en un parteaguas en la lucha y movilización social con la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa; finalmente, en 2017, el #MeToo llegó a México como un movimiento que hizo un llamado de conciencia a todas las mujeres que ha sufrido el acoso y la extorción sexual: Y guste o no, todos estos movimientos generaron un ambiente de pensamiento y acción que provocó una transición política distinta al status quo en la presidencia de la república en 2018.

¿Y qué tiene en común esta historia de lucha con el movimiento feminista y el movimiento contra los feminicidios de 2020? Una primera respuesta es que todos, absolutamente todos estos movimientos sociopolíticos se han formado desde la base social de un México amenazado por la violación a los derechos humanos, por la búsqueda de los desaparecidos, por los crímenes de odio, por los asesinatos políticos, por las desapariciones forzadas, por la ejecuciones sumarias y por la desavenencia de un gobierno que se negó a reconocerles en su momento la aspiración de un México más justo, igualitario, con dignidad y con instituciones democráticas.

El feminismo en México no es un movimiento improvisado o espontaneo ni distinto a los anteriores, su origen se encuentra marcado desde principios de los 70 y se suma a una agenda internacional donde se visualiza una revolución que se propone cambiar el régimen mundial en este ciclo. Hoy, el feminismo y la movilización en contra de los feminicidios en México lograron recordarnos que los movimientos sociales siguen vigentes porque sencillamente “nunca se rindieron”; y éstos, no pueden ser confundidos y negados por la visión unipersonal de un gobierno que se pretende histórico: La transición va… con o sin la 4T.