Identidad autista y neurodivergente

El 18 de febrero de cada año se conmemora el día internacional del Síndrome de Asperger (y este año, no fue la excepción).

Dicha conmemoración se instituyó en 2007 en honor a la fecha de nacimiento del psicólogo Alemán Hans Asperger, quien identificó a través de sus estudios los rasgos distintivos específicos de esta condición.

A pesar de que el manual vigente de transtornos mentales (DSM-V por sus siglas en inglés) actualizado en 2013, eliminó ese diagnóstico y lo incorporó en el Transtorno del Espectro Autista (TEA), el 19 de febrero de 2019 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Decreto por el cual se declara el 18 de febrero, el día nacional del Síndrome de Asperger en México.

Los términos "Síndrome de Asperger" o "Autismo de alto funcionamiento" no deben seguir siendo utilizados. Sin embargo, el concepto "Trastorno del Espectro Autista" que es el oficialmente aceptado, tampoco resulta muy afortunado, ya que podría predeterminar nuestra condición (que no es una enfermedad) a ser considerada como una "falla de funcionamiento".

El autismo es una identidad, una forma específica de funcionamiento del cerebro humano y una condición de vida.

Efectivamente se trata de un "espectro", ya que dentro de él existen diversas manifestaciones no uniformes. El autismo no verbal no es el "verdadero" autismo, como algunos piensan.

Por otro lado, las personas autistas compartimos con otras neurodivergencias, la necesidad de remover día a día una serie de barreras sociales, generadas por una estructura social que no ha sido pensada para incluirnos. Por eso, en nuestra propia comunidad, habemos quienes pugnamos por visibilizar y econocer al autismo como una discapacidad psicosocial, noción con la que no todos los autistas están de acuerdo, dado el estigma que acompaña a ese término.

El avance en la construcción del autismo como un rasgo distintivo de identidad, ha sido posible luego de un largo tránsito por muchas y diversas etapas. Ha sido un largo camino desde que hace aproximadamente 7 décadas, las investigaciones separadas de Leo Kanner y de Hans Asperger, intentaron buscar explicaciones al comportamiento "atípico" de niños con esta condición.

La identidad autista (ya sin la etiqueta de "Asperger") pasa por el reconocimiento del funcionamiento divergente del cerebro autista, pero también, por la necesidad de reconocer que esta condición implica una gran posibilidad de enriquecer el pensamiento social, la cultura y la innovación, a pesar de las barreras sociales que nos impone.

Flor de Loto: La identidad autista neurodivergente debe ser reconocida en la ley como una discapacidad psicosocial, para que le sean expresamente aplicables los ajustes razonables, acciones afirmativas y demás medidas que el estado debe aplicar para ayudar a eliminar o disminuir las barreras sociales que diariamente enfrentamos las personas con esta condición de vida.