Inai: dos pérdidas sensibles

Columnas lunes 10 de febrero de 2020 -

En unas semanas dos comisionados del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai) dejarán su espacio por haber concluido los tiempos de sus encargos y serán, por ende, designados sus sustitutos conforme al procedimiento establecido en la Constitución para tal efecto. Se trata de dos personas de excepción y que será difícil llenar sus vacantes. Por un lado, la reconocida jurista, doctora Patricia Kurczyn Villalobos, investigadora titular del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, a quien conocí como colega de tiempo atrás en el propio Instituto. No había conocido sus prendas profesionales en acción en un cargo público. Y en verdad ha hecho una labor muy reconocible: integridad personal, conocimiento técnico y propuestas de largo aliento que son la excepción a la regla y esa labor Paty la ha cumplido con creces. Por otra parte, con similares credenciales se encuentra el doctor Joel Salas Suárez, quien ha hecho de la congruencia personal y del compromiso con el interés público una constante en su actuación en ese órgano autónomo que no podría regateársele. Y sobra decir que ni Paty ni Joel son cercanos, en modo alguno, a la 4T, pero sí han hecho una labor ajustada al marco constitucional y legal de esa institución, que es lo más importante y se debe reconocer en todo lo que ello vale.

Por las razones anteriores, esos perfiles deben ser emulados en quienes sean ungidos en esos cargos en las semanas por venir. Y vaya que es necesario despolitizar al Inai que debe dejar su agenda de golpeteo constante contra el nuevo régimen al supuesto amparo de la transparencia como coartada. Es deseable que quienes participen y quienes sean electos en esas posiciones se encuentren al margen del juego político (aclaro que por lo que a mí concierne no participaré más en estas lides por ser incompatibles con mis proyectos profesionales que reclaman mi tiempo y atención. Así se los he dicho ya a quienes me han animado, en otras oportunidades así como en ésta, a participar en estos procesos) bajo la lógica de que la malentendida independencia debe ser sinónimo de guerra sistémica con la 4T sin matices, de manera maniquea y dejando fuera las distintas tonalidades de grises. Esa postura que apuesta por el descarrilamiento de la 4T siguiendo una agenda política que no debería contaminar, como lo hace, un organismo que nació para una labor de Estado y no al servicio de facciones.

Esa conspicua impronta del Inai ha hecho que paradójicamente el Ifai con menor autonomía normativa gozó, con mucho, de mayor autoridad moral y de reconocimiento social del que hoy tiene el Inai que va perdiendo su sentido original para el cual fue creado y se ha convertido en un instrumento para hacer política partidista con efectos de pronóstico reservado, lo que resulta una lástima para quienes participamos en la confección del sistema legal de transparencia y de protección de datos personales en el país y en varios estados de la república, incluida la capital del país, cuando no era todavía un estado federado.

Estoy convencido que los perfiles adecuados deben combinar conocimiento técnico e independencia real (no amparada en la simulación tan propia en estos tiempos de polarización) en el cumplimiento de sus atribuciones que justifiquen la existencia del Inai en sus actuales términos, donde de entrada, como en la CNDH, deben ajustar los sueldos de sus mandos superiores al máximo que es el que corresponde al presidente de la República lo que, sobra decir, no fue una iniciativa del presidente López Obrador, sino una decisión tomada dos sexenios atrás, entre muchas otras reformas que pasan por el combate interno a la corrupción y al tráfico de influencias que se expresan en muchas decisiones en el día a día de la administración de este organismo que fue garante de la transparencia que ya no es más como propios y extraños lo saben.