La lección del caso Colosio

Cierto, el asunto de Chiapas acaparaba reflectores. Estaba justificado. Una noticia que interesaba al mundo. Manuel Camacho Solís, nombrado comisionado especial, supo hacer su trabajo de negociador. Misión que le encomendaron después de que no fue favorecido con la candidatura presidencial de su partido.

Dejó huella de su disgusto con la nominación de Luis Donaldo Colosio. Nunca, de manera abierta y convincente lo felicitó. Ningún beneplácito por el “destape” de su compañero. Igual la actitud de camachistas, indigerible para ellos que su jefe se hubiera quedado vestido y alborotado, no elegido por su partido.

Se generó tal confusión entre priístas que hubo necesidad de la frase “no se hagan bolas”, para dejar en claro que el respaldo institucional lo tenía Colosio, aunque no se reflejaba en los hechos ni en actos de campaña. Tampoco en la difusión que se hacía de los mensajes del candidato presidencial.

Había preocupación en Colosio y su equipo, porque no repuntaba la campaña, “no prendía” o no dejaban que creciera. Existía interés en contenerla, en minimizarla, en restarle espacios mediáticos.

Ambiente enrarecido, nada espontáneo. Desconcierto que puede influir en el comportamiento de quienes carecen de solidez moral y llevarlos a tomar acciones reprobables. El riesgo de sembrar enojo, odio, encono y envidia. Hasta la fecha, en la sociedad no hay consenso sobre el homicidio de Lomas Taurinas. Persisten versiones del asesino solitario y complot.

El caso Colosio se dio en un marco enrarecido, alentado por unos y tolerado por otros. Por eso también la importancia de que los medios no se presten a la manipulación ni se justifiquen con la tesis de que “solo soy el mensajero”, para lavarse las manos.

Cuando el candidato presidencial recibió señales de que las diferencias internas se habían superado y estaba convencido de que empezaría a “prender” su campaña, el 23 de marzo de 1994 recibió dos balazos, uno en la cabeza y otro en el abdomen.

Aceptado o no por los actores de entonces, hubo acciones que atizaron el fuego. Es lo que ahora debe evitarse, mirar hacia atrás para no repetir errores ni contribuir a crear escenarios riesgosos. Cuidar de no replicar dichos sin sustento o imputaciones sin fundamento de quienes se dedican al chantaje.

Inventar historias para denigrar al adversario, no es dignificante, puede convertirse en un búmeran para el que lo hace.

Si bien no vamos hacia una elección presidencial, la llamada intermedia es crucial para los competidores, la disputa, sobre todo del control de la Cámara de Diputados, por lo que representa para las dos partes. Unos van por la mayoría y otros por conservarla, pareciera que al precio que sea.

Ya es demasiado lo que ha pagado la sociedad con la pandemia, miles de muertos, desempleados y cierre de negocios.

Vale tomar en cuenta la lección del caso Colosio. No simular que se hace lo correcto cuando en los hechos se demuestra lo contrario.