MINICAMPEONES

No había pasado ni un mes desde que el América se coronó campeón de la Liga MX (16 de diciembre de 2023), cuando ya el nuevo torneo se iniciaba (12 de enero de 2024). El periodo entre torneos en México es tan breve, que el club que ha resultado ganador casi no tiene oportunidad de celebrar y disfrutar su éxito, dado que inmediatamente debe comenzar a entrenar de cara al próximo campeonato. Por su parte, la sufrida afición nacional tampoco tiene tiempo de sentir la falta de su deporte favorito; no hay chance de extrañar al equipo de sus amores o ponerse nostálgicos e impacientes en espera de que el balón ruede otra vez. Termina un torneo y ¡záz! el siguiente comienza tras apenas unos pocos días. Nada qué ver con las mejores ligas y torneos del mundo (Champions League, NFL, F-1), donde la sequía se prolonga durante meses interminables, provocando entre sus fanáticos una especie de síndrome de abstinencia deportiva.

El formato del campeonato, con sus dos torneos cortos, resulta perjudicial desde el punto de vista estrictamente deportivo. Los mini torneos son un despropósito -uno de tantos- de nuestro futbol; no hay oportunidad de planear a mediano y largo plazo, nada de proyectos bien estructurados con alcances definidos. Los equipos viven obsesionados por el día a día, la inmediatez y no ven más allá del horizonte.

Es obvio que los directivos y dueños prefieren dos liguillas muy rentables y lucrativas que un campeonato largo donde se premie el esfuerzo y la constancia. Por ello, por más títulos que un club acumule, catorce en el caso del citado equipo de Coapa, si han sido obtenidos en torneos cortos no tendrán el mismo peso y relevancia que aquellos ganados en torneos largos. Por simples cuestiones estadísticas es más fácil ser campeón si se tienen dos oportunidades al año en lugar de una. Por lo tanto, y aunque a muchos no les guste, no tenemos Campeones (con mayúscula), sino campeoncitos o mini campeones en la Liga MX. Lo cual será así mientras prevalezca este sistema de competencia.

La modalidad de los torneos cortos fue inventada en la Argentina a principios de los años noventa (1991), con el nombre de Apertura y Clausura, que se jugaron a lo largo deveintiún temporadas, hasta 2012. Este sistema de competencia dio oportunidad a varios equipos chicos, como Banfield, Lanús y Argentinos Juniors, de ganar campeonatos por primera vez en su historia. Pero la AFA encontró que había varios inconvenientes, aparte de la falta de planeación: demasiada movilidad en el puesto de Director Técnico, dos o tres derrotas consecutivas y adiós entrenador y el que sigue. Algo similar sucedió con los jugadores cuando no era fácil que éstos se arraigaran en un club, iban de equipo en equipo cambiando de camiseta como si tal cosa. De manera que los directivos de la AFA rectificaron y hoy se juega un único torneo anual.

En México se implantó el formato de los torneos cortos en 1996, denominados originalmente de Invierno y Verano, actualmente Apertura y Clausura. Los mismos problemas que se detectaron en Argentina y otros más, se han visto aquí, pero nosotros continuaremos indefinidamente con ellos, porque no hay posibilidad alguna de que los dueños del balón privilegien el aspecto competitivo sobre el financiero, a pesar de que a la larga un único torneo anual bien estructurado daría un mayor espectáculo y por ende más ingresos económicos. Como lo mencioné líneas arriba, el bolsillo se llena más con dos liguillas que con una. En fin, tenemos Apertura y Clausura para rato…