Mentiras postelectorales

Las elecciones terminaron pero las mentiras de la candidata de la oposición continúan. Las cuales, para variar, las encabeza Xóchitl Gálvez, por ignorancia o mala intención, ambas condiciones la caracterizan, dijo que el INE había aceptado volver a contar boletas de 60 por ciento las casillas, como muestra de la sospecha de un fraude electoral.

El 60 por ciento de las casillas mantiene un recuento cada vez que hay elecciones presidenciales. Es una norma que se realiza para dar certeza. Hasta ese momento ningún partido había presentado inconformidad alguna, de tal suerte que el INE no podía actuar por sí mismo sin acusación de parte; sin embargo, lo hizo como una manera habitual de dar credibilidad.

La idea de la mujer X, impulsora del miedo y la mentira, era confundir a la oposición pública para que pensara que al aceptar el INE el conteo es que existía una sospecha de alteraciones en las elecciones. La consejera presidenta, Guadalupe Taddei, tuvo que visitar varios medios de comunicación, para aclarar lo anterior; sin embargo, los medios en lugar de dejar clara la situación, pero los informadores escondían la explicación, desviando la plática hacia anécdotas y comentarios vulgares.

El video en el que aparece la opositora afirmando que “el INE ya aceptó” volver a contar, no muestra que se trata de una operación de rutina sino de elecciones bajo sospecha, dicho trabajo lo realizan bajo supervisión de los partidos políticos, cada vez que hay elecciones.

Los medios transmitieron completa la participación de la candidata opositora nunca aclararon que se trataba de una práctica de rutina, sino como clara evidencia de las sospechas que provocaba la inconformidad de la oposición, que no acudieron a levantar impugnación alguna todavía.

La propia Taddei aseguró que no hay atisbo alguno por un fraude, pero los locutores preguntaban obsesivamente para inducir confusión y la gente pensara en una alteración. Personajes oscuros como Ciro Gómez interrumpía a la consejera presidenta para que no aclarara suficientemente el procedimiento de conteo.

Esto pinta a una oposición que engaña aún en la derrota, y quiere convertir su aplastante debacle en contrapeso. Pero también coloca a los medios convencionales como parte de la gran mentira en la que ha vivido México por su culpa.

Esta actitud de la candidata en particular y de la oposición en general no sólo caracterizó la campaña sino seis años de participación política de una parte del Poder Legislativo que nunca aportó nada al país; al contrario, sólo estorbó, en el mejor de los casos, pero no falta quien los señale de hacer mucho daño.

Las mentiras le sirvieron, en algún momento a la candidata de la oposición, para posicionarse, después los mexicanos advirtieron que se trataba de una mitómana que confirma su patología aún después de la derrota.