Otra vez Enrique Alfaro

No es la primera ocasión que la respuesta de la policía de Guadalajara y en general del Estado de Jalisco, actúa con una brutalidad irracional desmedida.

Y es que las medidas de control del gobernador, Enrique Alfaro, han sobrepasado el límite con una política de censura engendrada a través de los golpes, las agresiones físicas y verbales, pero, de igual forma, ha sembrado el miedo entre la población a sabiendas que sinrazón, y en medio de las manifestaciones pacíficas, puede venir la embestida para someter y disuadir la libre expresión a manifestarse.

Eso pasó hace un par de días en la zona metropolitana de Guadalajara, en un evento político y de proselitismo del candidato de Movimiento Ciudadano. Entre jalones y con una multitud como testigos, policías golpean y agreden, incluso, a menores de edad. Además de que estos hechos causan estupor e indignación, son acciones peyorativas del estado; los videos que circularon son muy claros: se percibe claramente la falta de sensibilidad y de capacitación para manejar situaciones de esta naturaleza.

Además, en los actos vergonzosos, los niños observan, gritan y lloran. Ese escepticismo también se pudo pervivir en las redes sociales. No puede ser posible que, en un acto público, suceda este tipo de acciones; se supone que los cuerpos de seguridad están para garantizar el orden, no para sembrar el miedo.

En el video se observa a todas luces que los elementos actúan con una consigna clara: agredir. Pero, esa realidad, ha ocurrido en repetidas ocasiones en Guadalajara. Tan solo hace dos años el pretexto perfecto era la manifestación de un grupo numeroso de jóvenes inconformes por el incremento a las tarifas del transporte público.

En ese momento, entre golpes, violencia explícita y agresiones, se agudizó una manifestación pacífica que terminó en detenciones, y una brutalidad de las fuerzas del orden del estado que sometían a mansalva. Un acto ominoso. Fue penosa la actuación del gobernador, Enrique Alfaro. Es evidente que este tipo de acciones se pueden evitar; no podemos seguir recrudeciendo estas situaciones en cualquier escenario que sea.

Ahora, la situación o el hecho se suscitaron en un evento político de Movimiento Ciudadano. Casualidad o no, esto levanta suspicacia como para calificar las acciones en una clara tendencia para mantener un favoritismo a los candidatos de su partido.

Al menos así se vio. Lo expresó con la respuesta brutal de sus cuerpos del orden; además lo realizó, justo en el momento en que se dieron cita niños y menores de edad; a plena luz del día demostraron la falta de sensibilidad, reitero.

Finalmente quedó grabada la imagen. Una multitud fue testigo; incluso, todo México considerados un hecho lamentable. Esa exacerbación, revivió los hechos que se han vuelto hasta cierto punto rutinario en Guadalajara. La represión no es la solución, y menos, en tiempos electorales donde la ciudadanía cobra factura en las urnas con un voto de castigo.

Por lo pronto, el costo político será más allá de la mala imagen que acumuló el gobernador, Enrique Alfaro, un estigma para Movimiento Ciudadano que pone en riesgo una de sus bastiones, Jalisco. Además de demostrar que el árbitro no es neutral, existe el peligro latente de una elección de estado para inclinar la balanza al candidato naranja quien, hasta ahora, es el más perjudicado por este tipo de acciones que no abonan, pero que sí lo señalan y continúan lacerando a la ciudadanía. Un flagelo.

Mientras tanto, la caída en las encuestas de MC, y la mala imagen del gobernador, Enrique Alfaro, puedan ser el motivo suficiente de las injusticias de lo insensible. Y es que no hay otra forma de cómo podamos ver esto más que una solución desesperada ante el descenso de su partido. Hace unos días, de hecho, constatamos eso.