País sediento

México tiene un muy serio problema con el agua y se pronostica que la situación empeorará en los próximos años por el cambio climático, o mejor dicho emergencia que vive el planeta, con temperaturas cálidas récords, huracanes más destructivos y sequías más extendidas. Lo que vemos hoy en Monterrey puede replicarse en más ciudades por más tiempo, por lo que este problema debe enfrentarse con la seriedad y urgencia debida.

En nuestro país, la Comisión Nacional del Agua, en colaboración con los consejos de cuenca, en los que participan representantes gubernamentales, usuarios de agua y organizaciones sociales, son quienes determinan las prioridades en el uso y manejo del agua. En todos los casos, la Ley de Aguas Nacionales priorizan el uso doméstico y al público urbano; es decir, el agua que necesitamos todas las personas para nuestro consumo cotidiano, ya sea que vivamos en una gran urbe o pequeña población. Sin embargo, los habitantes de San Nicolás, Guadalupe, García o Apodaca piensan lo contrario, al ver que sus vecinos de San Pedro no tienen los mismos problemas de escasez.

En este escenario potencialmente conflictivo que se vive en la zona metropolitana de Monterrey, que recordemos es la tercera más poblada del país, debemos identificar todo lo que se ha dejado de hacer y todo lo que se debe realizar, teniendo enfrente no el escenario más optimista, sino el catastrófico, para que desde el escenario más radical se construyan las mejores alternativas posibles.

Identificar las mejores acciones para la conservación y preservación del agua requiere de políticas públicas multidisciplinarias, lideradas por especialistas que, con evidencia en mano, ofrezcan las mejores soluciones posibles, acorde a las necesidades de cada cuenca hidrológica en que se divide el país. Indudablemente, en el camino se afectarán fuertes intereses económicos y trastocará hábitos de producción y consumo muy arraigados. Probablemente nuestras ciudades y hogares tendrán que ser rediseñados, ampliarse las áreas verdes en todos los rincones posibles y viables, mejorar nuestros sistema de captación y conservación de agua; y sin duda, la manera en la que nos transportamos: seguir apostando por más autos en las ciudades y desdeñar al transporte público, es un suicidio colectivo.

Las personas más vulnerables, ya sea por sus condiciones de pobreza o exclusión social, son lo que sufren y sufrirán los efectos más devastadores de falta de agua y de la emergencia climática que ya vivimos. El agua no puede ser para el que la pueda pagar: acceder al agua es un derecho humano básico e indispensable para nuestra sobrevivencia. Jubilemos a los gobernantes charlatanes, que entre la violencia y la crisis de agua, se nos puede ir el país de las manos.

Por las personas desplazadas en México y el mundo, por favor dona a: Cáritas https://bit.ly/3uBn3W9, ACNUR https://bit.ly/3qOvT1T).