Redistritaciones electorales

¿Son necesarias e importantes? Si, cada determinado tiempo. El reajuste de los límites geográficos de los distritos electorales federales expresa movilidad y crecimiento poblacionales y puede alterar la fuerza electoral subyacente a la dimensión numérica de los grupos parlamentarios futuros de la Cámara de Diputados.

En ella, a su vez, se resuelven de manera exclusiva asuntos de primer orden para la República, como el Presupuesto de Egresos de la Federación, la designación de Consejeros Electorales del INE, el procesamiento inicial de los juicios políticos, el nombramiento del titular de la Auditoría Superior de la Federación y se coordinan y evalúan los trabajos de la entidad entera, además de que debaten, aprueban y reforman Leyes y la propia Constitución.

Por esa cualidad democrática, las redistritaciones no son asuntos menores y hay que seguirlos con cuidado a pesar de que observan un enorme sustrato matemático, geográfico y cibernético.

En esta materia me gusta citar un muy divertido retruécano analítico de los estudiosos norteamericanos del tema, que afirman que la redistritación es el procedimiento mediante el que “los políticos escogen a sus electores”. No están errados; en el vecino país, por regla general, las actualizaciones de límites territoriales de los distritos las aprueban los propios interesados: los congresos de los estados.

Retomo ahora la historia de nuestras redistritaciones. Hay que destacar que, en enero de 1996, en el acuerdo para realizar los estudios y proyectos conducentes para la distribución de los 300 distritos, el Consejo General del IFE dispuso, adicionalmente a los mandatos constitucionales referidos, diversos criterios de carácter técnico para el desarrollo de los trabajos encomendados.

Estos son los más importantes: 1. Ningún distrito podría comprender territorio de dos o más entidades federativas. 2. Con base en el criterio de equilibrio demográfico, se habrían de determinar aquellos municipios, además del entonces DF, que por sí solos pudieran contener uno o más distritos. 3. Los distritos que por su densidad poblacional debieran comprender el territorio de más de un municipio, se constituirían preferentemente con municipios completos.

4. En la delimitación de los distritos, se procuraría obtener la mayor compacidad, que consiste en que el perímetro de los distritos adquiera una forma geométrica lo más cercana posible a un polígono regular. 5. El margen de variación de población de cada distrito no podría exceder, en principio, de +15 por ciento al interior de cada entidad federativa.

Aquel Consejo General del IFE aprobó por unanimidad la primera redistritación del México contemporáneo el 31 de julio de 1996 y esa distribución geográfica-electoral se mantuvo vigente para los comicios de 1997, 2000 y 2003. El ejercicio de 1996 nos legó una muy reconocida base metodológica y teórica, y una muy refinada sensibilidad política de los actores políticos frente al lenguaje, criterios técnicos y operación fáctica sobre los que el proceso discurre. Avanzaré posteriormente.