Senado y marihuana.

La marihuana que se produzca en México, para su consumo recreativo o lúdico, no se podría exportar, tampoco estaría permitida la importación. Prohibido fumarla en las escuelas, en todos los niveles o en lugares donde el humo sea inhalado por terceros. Habría multas administrativas que van desde los dos mil pesos hasta los 300 mil pesos; el doble para los que reincidan en violar la ley; arresto hasta por 36 horas.

Después de 13 años de estudios y debates, se ha entrado a la recta final de lo que sería la Ley Federal para la Regulación del Cannabis Psicoactivo. En ninguna parte de lo que todavía se denomina “anteproyecto” legislativo se le llama marihuana o mariguana.

Aun cuando todavía es visto oficialmente como “anteproyecto”, el texto amalgama todas las iniciativas que se han presentado en la materia, de ahí su relevancia. Es un trabajo de las Comisiones Unidas de Justicia, Salud y de Estudios Legislativos Segunda del Senado.

Por fin pareciera que se han puesto de acuerdo los legisladores. La ley, con 52 artículos, crearía el Instituto Mexicano para la Regulación y Control de la Cannabis, como órgano desconcentrado de la Secretaría de Salud.

El Instituto funcionaría con director general y un Consejo Directivo que estaría integrado por los titulares de Salud (presidente), Gobernación, Hacienda, Bienestar, Relaciones Exteriores, Educación Pública, Agricultura, Medio Ambiente y Economía.

Resulta evidente que hay extrema cautela en la elaboración de la ley, quizás hasta miedo a equivocarse, por eso el doble cuidado en el alcance de su articulado. No les ha importado excederse en plazos y solicitar prorrogas a los tiempos fijados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Primero encontraron como justificante la pandemia, después se atoraron en diferencias. Los diputados avanzaron al aprobar una propuesta, nada más que nunca convenció a los senadores; optaron por rehacerla, pulirla.

Aun cuando hay países en el mundo que han avanzado en la legalización de su consumo, en México el paso es lento; todavía advierten riesgos para la salud, para los jóvenes, porque de acuerdo con estudios científicos el desarrollo neurológico culmina a los 26 años de edad.

Resultaría contradictorio la legalización del consumo de Cannabis Psicoactivo y que el Estado mantuviera campañas para inhibir el consumo, por la afectación que puede tener en la salud.

Sin embargo, en la realidad de nuestro México, prohibido o no, el consumo existe y los senadores no tienen que ir muy lejos para comprobarlo, en las puertas de su sede hay gente que lo hace.

Por eso la regulación, la creación de un instituto que fungiría como autoridad responsable de la cadena productiva del Cannabis Psicoactivo y su consumo, encargada de otorgar licencias para cultivo, transformación, comercialización e investigación científica. Los expendios no podrían vender más de 28 gramos por persona (solo mayores de 18 años).

Estrictamente prohibido el consumo a menores y su acceso a los establecimientos; sería obligatoria la etiqueta en el envase con la leyenda: “El consumo de este producto es nocivo para la salud, se recomienda evitar su consumo a personas adultas de 18 a 25 años, así como a mujeres embarazadas o en periodo de lactancia”.

Indiscutible su trascendencia e impacto. Más vale pensarlo dos, tres o las veces que sea necesario, sin perder de vista que la realidad ya los rebasó.

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