Vacuna y crimen organizado

Sabemos que no ha sido un éxito la implementación de la vacuna a nivel nacional. Eso obedece a múltiples factores que se han explicado las últimas semanas. Razones que van desde la deficiente logística, hasta el acaparamiento de las dosis en algunos países. Empero, en ninguno de los lugares donde se han realizado las jornadas de vacunación, ha existido incidente alguno que exhiba la presencia de la criminalidad organizada como factor en su desarrollo.

En tiempos en que los tentáculos de la criminalidad organizada alcanzan un porcentaje importante de las actividades productivas del sector privado y de gobierno en sus tres órdenes, es importante destacar que en el caso de las vacunas no han tenido influencia. Esta circunstancia debería ser objeto de un análisis profundo.

Por razones de espacio, mencionaremos algunas cuestiones que sería deseable analizar en los países que sufren los estragos de este tipo de manifestación criminal:

Primera. El crimen organizado es incapaz de sustituir necesidades que solamente puede resolver la comunidad científica. Su apetito de riqueza y falsa filantropía son opacados por situaciones como la pandemia. A diferencia de su rol supliendo carencias alimenticias inmediatas en algunas comunidades, el reto de llevar salud exige más que construir clínicas como, se dice, ha hecho un grupo criminal en la zona occidente.

Segunda. Aquello que los criminales llaman “sus bases”, son minoría comparada con la cantidad de personas necesarias para atender las peculiaridades de una pandemia, lo que es ocasión ideal para exhibir su verdadera dimensión y despojarlos del halo redentor que confunde a un sector social muy necesitado. Dicho de otra forma: la falsa filantropía del crimen organizado tiene que ser exhibida en momentos en que únicamente la autoridad formal es capaz de solucionar problemas de manera integral.

Tercera. La ocasión de reivindicar a las instituciones es inigualable. En todos los países, el personal médico, de seguridad pública y nacional, recobraron importancia y a diario dejan testimonio de su notabilidad en la atención de la pandemia. Reconocer su labor y cobijar el esfuerzo que realizan, es una manera de opacar la engañosa “ayuda” que por intereses mezquinos proporcionan los grupos criminales de forma coyuntural. No se debe escatimar en reconocer y posicionar a los verdaderos héroes; quienes con su entrega cotidiana escriben la historia.

Cuarta. La vocación del crimen organizado es la obtención de recursos económicos de forma ilícita, lo cual lo diferencia de manifestaciones como el terrorismo, que tienen un componente ideológico. Donde hay grandes necesidades a cubrir, en este caso la vacuna, poco pueden hacer los grupos criminales ante la gratuidad y el cumplimiento estricto que, con todo y deficiencias, realiza el Estado en su rol de proveedor de salud.

Quinta. La distribución por medios privados de la vacuna, que se realizará en el corto plazo en hospitales y laboratorios privados, no puede ser la puerta de entrada para que los grupos criminales busquen acaparar y lucrar con el proceso. Es urgente pensar en un plan preventivo en ese sentido.

Por lo pronto, el inicio del proceso de vacunación es una muestra de que no en todos los rubros puede la delincuencia organizada cumplir sus objetivos. Es buena noticia.