La vida tiene sus vueltas. Y tal vez las palabras verdaderas surgen cuando una persona ya nadie tiene que perder.
Cuando se está de despedida, porque ya no se ejercerá una posición, es tal vez el momento de mayor sinceridad en una persona.
Es el marco que le doy a las declaraciones del brasileño José Graziano da Silva, quien en los días finales de su paso como director general de la Agencia de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ha terminado por reconocer el problema severo de hambre que existe en Venezuela.
En el cargo desde 2011, teniendo dos períodos, concluyó este 31 de julio su administración. Llegó a este cargo gracias a la ola de idolatría que había generado Lula da Silva (2003-2011) y su programa “Hambre Cero”. José Graziano no sólo fue ministro de Lula, sino que fue el artífice del aquel programa bandera, del hoy caído en desgracia expresidente brasileño.
Y claro, en su momento tuvo el claro respaldo de los países que simpatizaban con el proyecto bolivariano de Hugo Chávez. Además de ser el primer latinoamericano en ocupar tan alta posición en esta agencia especializada de la ONU.
Da Silva devolvió los favores dos años después. En 2014, ya fallecido Chávez, terminó otorgándole un premio a Nicolás Maduro en un momento en que ya habían muchas advertencias sobre lo insostenible del modelo chavista.
El director de la FAO entregó a Maduro un diploma que textualmente dice: Reconocimiento de progresos notables y excepcionales en la lucha contra el hambre. Una frase para la posteridad, sin duda alguna.
La FAO quedó atrapada en aquel diploma. Pasaron años, aumentó la crisis humanitaria en Venezuela, los venezolanos hambrientos y sin esperanza se esparcieron por Sudamérica, principalmente, y la FAO miraba para otro lado.
Cada cierto tiempo, la máquina de propaganda chavista sacaba a relucir a aquel diploma. La FAO guardaba silencio.
Y sabemos que en situaciones de injusticia, el silencio es también un sinónimo de complicidad.
Llegamos ahora sí a los días finales de José Graziano en la FAO. Oh sorpresa! El organismo no sólo admite que hay unasituación de hambre generalizada en la población, dentro de Venezuela, sino que la migración venezolana y la crisis en este país, marca negativamente al balance general de Sudamérica.
Según la FAO, en Venezuela pasan hambre entre 6 y 8 millones de personas. Eso representa una cuarta parte de la población.
José Graziano ya de despedida, admite ante las preguntas incómodas que le hacen los periodistas, que sí que hay hambre en Venezuela. Pero acto seguido libera al chavismo de cualquier responsabilidad en el desastre: “El bloqueo estadounidense acentuó las dificultades para importar bienes básicos, incluyendo alimentos, y disparó el hambre en el país”.
No admite el director saliente que los años en que su organismo miraba para otro lado, 2015-2017, mucho antes de que se hablara de sanciones contra Maduro, ya el hambre se extendía por Venezuela.
Periodista e investigador de la
Universidad Católica Andrés Bello, en
Caracas.@infocracia