Zapata sigue y sigue…

Hoy se cumplen 102 años de la traición en que murió Emiliano Zapata y el inicio de la lucha Zapatista por la liberación y la Justicia del campo. Emiliano Zapata es el atractivo del personaje que aún perdura hoy día. Es un personaje que nunca cede, siempre se mantiene. Es un ejemplo que nos hace falta políticamente en México.

Zapata antecede al movimiento revolucionario de Madero y no lo necesitó para existir. A Zapata la revolución se lo “encuentra” luchando para hacer justicia para los habitantes de su pueblo. Zapata es un legalista. El Plan de Ayala es claro: “Justicia y ley”. Devolverles sus tierras a los legítimos poseedores. La revolución campesina de Morelos poco tiene que ver con la revolución villista, o, el constitucionalismo o el obregonismo y su traición hacia el movimiento revolucionario.

Hoy, a 102 años, la imagen de Emiliano Zapata se ha convertido en un icono de la lucha y la resistencia del pueblo. Se ha convertido, por un lado, en un icono de las causas justas y, por otro, en un héroe que, incluso los herederos del régimen que lo asesinó lo utilizaron para blanquear sus discursos y disfrazarse de agraristas. Esos que traicionaron a la Revolución y los propios ideales sociales del Caudillo del Sur y terminan convirtiéndola en una revolución burguesa. El PAN no tiene que ver nada con Zapata y el PRI lo usó hasta el cansancio, pero tampoco lo entendió, valoró o rescato.

Usaron la figura de Zapata de maneras ahistóricas y dejaron de lado los problemas estructurales del sistema (digamos, hoy, el capitalismo democrático). Tal lectura le quita el peligro que representa para el sistema.

Los ideales de Zapata no eran personales, eran colectivos. Eso es lo que quieren que olvidemos. Zapata es la cabeza de un movimiento agrario comunitario, cuyas soluciones locales colectivas funcionaron. Zapata es un personaje que la historia ha decidido mantener en alta estima, porque sus ideales tienen una vigencia política que con el paso del tiempo insiste en hacerlos universales.

El “Atila del Sur”, como lo llamaban los huertistas, es el principio de la lucha contra las desigualdades, fundamentado en convicciones ideológicas firmes y genuinamente revolucionarias, las cuales se han diversificado para dar respuesta a todos los abusos y excesos de los regímenes que se instauraron en México en la postrevolución, los cuales construyeron la modernización del país sobre la explotación de la tierra y los más pobres para el enriquecimiento unos pocos.

Hoy, los herederos de Zapata peleamos por los derechos del pueblo, de los campesinos, de los indígenas, de los productores rurales. Hoy luchamos por el Derecho Humano a la Tierra. Pondremos un alto al despojo, al atraco, al robo de la propiedad Social de la tierra.

Nuestros enemigos son los mismos que para nuestro General, el cual, a 102 años es el neolatifundismo que resurge ligado a la corrupción, a la delincuencia organizada o a los grandes oligopolios.

Luchamos para que la propiedad social de la tierra, que tiene más del 50% de la superficie sea reconocida en la Constitución como un régimen de propiedad sujeto de derecho jurídico. Por el Derecho Humano del Agua. Por un Desarrollo Sustentable, armonioso con la naturaleza, sostenible y que haga realidad el derecho al bienestar en la población rural.

Por hacer realidad el derecho a la alimentación sana y saludable. Por el derecho a la consulta. Por las libertades políticas, ciudadanas y democráticas de los productores rurales.

Fortalecer la producción orgánica, el uso de eco técnicas y la producción de productos saludables. No al uso de transgénicos ni de productos tóxicos para la salud humana. Queremos energías renovables y alternativas. Combustibles a precios competitivos con el mercado mundial.