La banda de las agujas sigue
Columnas lunes 05 de mayo de 2025 - 01:00
@onelortiz
https://youtu.be/d6r3RX-ll4w?si=PZ2ZPbY5mUWP36EW
Algo profundamente enfermo está sucediendo en el corazón del transporte público de la Ciudad de México. A plena luz del día y en espacios concurridos como el Metro, el Metrobús o la vía pública, mujeres —porque son, en su mayoría, mujeres— están siendo agredidas con objetos punzocortantes, presumiblemente agujas, sin que hasta ahora la autoridad capitalina haya dado respuestas contundentes. La existencia de una posible “banda de las agujas” no es un rumor de redes sociales ni un mito urbano: la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México ha reconocido 41 denuncias formales por pinchazos, una cifra que apenas asoma la punta del iceberg de una crisis de seguridad, salud y confianza pública.
Resulta sorprendente que este patrón de agresiones, que se ha intensificado desde abril, haya tenido que volverse mediático para que las autoridades comenzaran a dar cifras, no soluciones. A la fecha, los ataques se distribuyen así: 33 en el Metro, 4 en el Metrobús, 3 en la vía pública y uno más en el Pumabús, el transporte universitario de la UNAM. La reciente agresión contra la reportera Areli Lorenzana, mientras realizaba una cobertura informativa en Avenida Juárez, en pleno centro histórico, demuestra que nadie está a salvo. Ni siquiera las y los periodistas.
Peor aún: la fiscal Bertha Alcalde Luján ha informado que solo 15 de las víctimas presentan marcas evidentes de piquetes, mientras que otras tienen rasguños u otras heridas. Esto ha servido como argumento para que algunos escépticos minimicen los hechos, como si la ambigüedad en la lesión fuera prueba suficiente de que nada grave está ocurriendo. No es la marca la que aterra, es la intención y el mensaje. Cada piquete es una declaración de poder sobre el cuerpo ajeno. Y cada caso no atendido, una confesión de impunidad.
Más que fenómeno criminal aislado, estamos ante una muestra más del abandono de la seguridad cotidiana en la capital. Lo grave no es solo que se atente contra la integridad física de las personas, sino que lo hagan en espacios supuestamente seguros, vigilados, con cámaras y policías. Si en el Metro se puede inyectar a alguien sin consecuencias, ¿qué sigue?
La respuesta institucional ha sido tibia, burocrática, insuficiente. En una ciudad que presume de vanguardia y modernidad, no puede tolerarse una violencia tan primitiva y cobarde. Las mujeres no deben viajar con miedo. La ciudadanía merece un transporte público libre de acoso, agresiones y agujas.
¿Dónde están los operativos? ¿Dónde las detenciones? ¿Dónde el compromiso con la seguridad de quienes cada día hacen funcionar esta ciudad? Las sociedad no pueden esperar otra rueda de prensadonde la única novedad sea el aumento de casos reportados. Exigen que esto pare. Eso pienso yo, usted que opina. La política es de bronce.